@Susana Prosper/ A raíz de tener unos prismáticos estoy descubriendo a los pájaros. Hasta ahora me limitaba, como la mayor parte de la gente, a verlos volar y a escuchar sus cantos, pero de un tiempo a esta parte me fijo más en ellos. Todavía no los distingo a todos, no tengo ni idea de ornitología, pero a fuerza de observarlos voy sabiendo cómo se llaman algunos. Para mí es todo un mundo por descubrir y descubrir todo un mundo es algo muy alentador.
Mi relación con los pájaros no empezó demasiado bien. Cuando era muy niña, teníamos uno en una jaula. Creo que era un canario. Un día alguien trajo a casa otro pajarillo. Mi madre estaba contenta “Oh, qué bien. Así se harán compañía”. Sin pararse a pensar más, los metió a los dos juntos en la jaula y a la mañana siguiente aquello era el escenario de un crimen. No me dejaron ver lo que había ocurrido, pero las caras de todos eran de horror. Desayuné sola. Nadie tenía hambre.
Lo que sí me dejaron ver, no muchos años después, fue la película Los pájaros de Hitchcock. Mi padre la puso por las nubes “Tenéis que verla. ¡Es buenísima!” Así que aquella noche, nos sentamos todos frente a la tele. Me causó tal impacto, a pesar de que media película la pasé con la cabeza detrás de la espalda de mi madre, que tardé mucho en querer saber algo de aves, a no ser que fuera un pollo asado.
Los pájaros tienen mucho sentido del humor. Les gusta jugar y bromear entre ellos. Son más felices de lo que pudiéramos creer.
Pero a lo que voy, desde que tengo prismáticos, inevitablemente, he tomado contacto con los pájaros. Van apareciendo en escena y entonces procuro seguir su vuelo. Intento observar qué hacen, imaginar qué sienten, qué ven, qué piensan.
La primera conclusión a la que he llegado es que los pájaros tienen mucho sentido del humor. Les gusta jugar y bromear entre ellos. Son más felices de lo que pudiéramos creer. Si ya verlos volar da envidia, saber que además juegan y se relajan y de vez en cuando simplemente pasean, es toda una lección de vida.
A veces sigo el vuelo de alguna gaviota que se adentra en el valle. Vuela tranquila, sin rumbo fijo. Planea dejándose llevar por las corrientes de aire. Qué agradable sensación. Al cabo del rato se anima a bajar a tierra, pero no a cualquier sitio. Sobrevuela los campos, los examina y escoge. Posa los pies en la tierra roja y mira a su alrededor. Quizás simplemente descansa. De pronto decide pasear, andando, como pasearía cualquiera de nosotros. Pausadamente, sin prisa, sin un destino concreto. Camina con los brazos a la espalda, como pasean los que de verdad saben pasear. Va a su aire, pensando en sus cosas, observando la vida. Se queda a la sombra de un almendro y mira cómo va pasando el día. A veces aparece otra y se hacen compañía un rato.
Camina con los brazos a la espalda, como pasean los que de verdad saben pasear. Va a su aire, pensando en sus cosas, observando la vida. Se queda a la sombra de un almendro y mira cómo va pasando el día.
Cuando uno de los campos está recién arado, se monta la gran fiesta. Llegan unas antes, otras después, alguna llega tan tarde que la regañan. El caso es que siempre acaban siendo muchas. Se las ve charlar y reírse como cualquiera de nosotros un domingo en una barbacoa con amigos. Son realmente escandalosas y lo saben, pero no les importa en absoluto. Se lo pasan de miedo.
Todos los días, al atardecer, aparece una gaviota grande. Viene del mar. Se adentra al valle y lo sobrevuela entero. A su paso, de los diferentes terrenos y parcelas, van saliendo gaviotas y van tomando vuelo hacia el acantilado. Creo que la grande las avisa de que ya es hora de recogerse y todas obedecen. “Mañana volvemos” “Qué bien lo hemos pasado” parece que se dicen. Son muy parlanchinas.
Cuando ya todas se han ido y me veo ahí sentada con los prismáticos, me vuelvo a acordar de Hitchcock. Esto de estar cotilleando a mis vecinas las gaviotas hace que parezca una James Steward de campo. Si ellas supieran que no sólo las espío, sino que encima lo cuento. Me siento como “La payesa indiscreta”.
Está claro que en este mundo, nadie está a salvo de ser observado.
¡Hola Susana, bienvenida al mundo de la ornilogía! Cuando uno/a hbita en una casa de campo es muy interesante y entretenido observar lo que pasa en el mundo de los pájaros.Ahora que ya tienes unos prismáticos puedes empezar a conocerlos. Necesitas una guia de pájaros de Europa, un bebedero donde puedan beber, sobretodo en verano, y unos comederos que se venden en casitas especiales y te tienes que fabricar un observatorio. Generalmente estos animales son muy asustadizos debido a aquello que» pájaro que vuela a la cazuela»En un viaje que hice a Egipto pude observar algo que siempre me quedará grabado en la memoria: A orilladel Nilo un campesino junto con su borrico estaba regando su parcela junto con infinidad de zancudas de diversas clases en pervfecta convivencia. Cuando los animales sean los que sean cogen confianza llegan a comer en las manos. Un saludo y que tengas mucha suerte.
Lo de la guía de pájaros me parece una idea fabulosa. Me haré con una. Lo del bebedero lo he pensado, pero me da un poco de miedo ponerlo porque tengo dos gatos. Lo estudiaré.
Lo que cuentas del campesino en Egipto, me parece precioso. Yo también creo en la posible relación con todos los animales.
Como siempre, gracias por tu comentario.
Un saludo, Vicente.
Hola susana: Siento envidia sana por tus vivencias como ‘payesa indiscreta’. disfrútalo.
SALUDOS
Jose.
Al final me voy a quedar con ese apodo. 🙂
Un saludo, Jose
Yo también siento envidia de ti, aunque te admiro guapa
🙂 Un beso, Puri. Gracias por leerme siempre.
La vida en el campo es una maravilla cuando uno se adentra en lo que ourre a nuestro alrededor. Ahora que por fin ha llovido el paisaje ha cambiado totalmente.Inmensos prados verdes, salpicados de florecillas blancas se extienden por doquier. Unos pájaros vienen, como estorninos, toros, becadas, lavanderas y los petirrojos de los que creo que ya te hablé además de un sinfín de otras que por eso es necesario el libro ,la guia;otros se van como las golondrinas que esperemos que sigan volviendo.Como ves, material, si que hay para entretenerse.Un abrazo y que sigas rodeada de nenúfares, amapolas, margaritas y otras , con sus mariposas revoloteando.
Por las tardes suelo pasear por el puerto con mi pomerania y me entretengo con unos pescadores en el Muro, que con la ayuda de una caña y mucha suerte alguna vez se hacen con alguna barracuda o melva. Lo que si más me llama la atención es que cuando ya empieza a entrar la noche los ficus que hay en la proximidades se van llenando de estorninos y ayer pude darme una idea de cuantos podria haber al ver la nube que formaron al levantarse al grito de un muchacho.Es un espectáculo digno de ver.
Es época de tormentas, los cielos se llenan de nubarrones y el silencio reina por doquier,los alcaravanes se reunieron y abandonaron su residencia de Saranest de Sant Josep asi como las tórtolas de verano,ahora nos quedan las residentes, asi como algunas palomas torcaces. Un detalle curioso antiguamente, de mi recuerdo, los alcaravanes nidificavan aquí y ahora vienen con sus crias alla porr marzo o abril y vuelven a reunirse en el lugar que dejaron y al llegar forman un jolgorio hasta que al final terminan de reunirse. Las palomas torcaces antes migradoras ahora se quedan ya como residentes y menuda suerte que les espera por la masacre que hacen de ellalos cazadores. De los estorninos tambien se llevan la peor suerte. Al ir tan agrupados formando nubarrones son un presa fácil, tanto cuando vuelan como cuando se posan en los árboles, llegando a morir más de 20 de un disparo. Han aprendido hace ya tiempo que los lugares de dormitorio más seguros son lo árbolesde las ciudades. Ibiza, ciudad, es uno de ellos. Dejemos que duerman en paz.
Hoy ha amanecido un dia claro, el cielo limpio de nubes,´en mi paseo por los alrededores de las murallas he podido contemplar la gran variedad de plantas del Puig de Vila,no faltando las alcaparras de siempre pegadas a las paredes de las muralla,los gorriones sobrevolando por todas partes, un petirrojo muy activo con sus graciosos meneos de cola me anunciaba su llegada;un colirrojo por no ser menos me decia :¡Eh que yo tembien estoy aqui; dos lavanderas grises me indicaban el camino a seguiren mi paseo monumental. ¡Que bonita es Ibiza en invierno! Las aguas del mar se transparentaban con sus tonos de azul y esmeralda;, un mirlo asomó por una esquina de un baluarte.se trataría de uno de los residenes de siempre o de los recien llegados que nadie ha podido afirmarnos como han llegado aquí.El regalofinal ha sido que cuando he llegado y abierto el almacén me he encontrado mi petirrojo, el que cada invierno vienea visitarme, estaba dentro,como diciéndome: Ya estamos aqui todos otra vez.