@Susana Prosper/ En la última tormenta entró en casa una centella. Se quedó quieta, a unos dos metros de mí.
La tarde estaba en silencio, el fuego encendido y los perros durmiendo. Se escuchaba tormenta a lo lejos. Empecé a contar los segundos que pasaban entre la luz del relámpago y la explosión del trueno. Cada vez eran menos segundos. Se acercaba rápido. Mientras contaba, recordé los líos que montaba mi abuela gallega cuando había tormenta. Nos prohibía reír, había que hablar en voz baja y lo más importante: había que tapar todos los espejos de la casa. Una vez hecho eso, metía una silla en un armario empotrado muy amplio y se encerraba allí a rezar el rosario hasta que la tormenta desaparecía. Sonreí al acordarme de todo aquello y lo agradecí, porque tanto trueno me tenía en tensión. Daba miedo.
Recordé los líos que montaba mi abuela gallega cuando había tormenta. Nos prohibía reír, había que hablar en voz baja y lo más importante: había que tapar todos los espejos de la casa.
La tormenta se instaló encima de casa. Ya no había segundos que contar entre el relámpago y el trueno. Iban juntos, totalmente sincronizados. Se iluminaba la noche, se rompía el cielo. Temblaba el mundo. De pronto, frente a mí, dentro del salón, junto a la ventana, se escucho un chasquido seco, parecido al que hace una rama al partirse. Inmediatamente se fue la luz y apareció ella: la centella. Una pequeña bola de luz naranja, resplandeciente y quieta. Estaba ahí cerca, preciosa, brillante y mágica. No sé cuánto duró, quizás un minuto, luego se difuminó. Desapareció por completo.
Buscando información sobre centellas, me sorprendió comprobar lo poco que se habla de ellas. La centellas, durante siglos, han estado metidas en el saco de los fantasmas, las hadas y demás personajes de leyenda. Aún hoy en día, veo que no tienen la consideración que se merecen. No acabo de entender muy bien por qué.
Lo bueno es que entre la información que fui encontrando en internet apareció Tien-Mu. Nunca había oído hablar de ella. En la mitología china, Tien-Mu es la madre de los relámpagos, Diosa de la estrella del Norte. Lleva un espejo en cada mano y con ellos dirige los rayos hacía donde quiere. Leyendo esto me volvió de nuevo la imagen de mi abuela tapando todos los espejos de casa y diciendo “Los espejos atraen a los rayos y los confunden. Luego no saben hacia donde ir”.
En la mitología china, Tien-Mu es la madre de los relámpagos, Diosa de la estrella del Norte. Lleva un espejo en cada mano y con ellos dirige los rayos hacía donde quiere.
Dudo mucho que mi abuela supiera nada de mitología china, pero está claro que sin saberlo se comportaba como una fiel aliada de Tien-Mu. Allá donde estuviera mi abuela ningún rayo equivocó el trayecto marcado por la Diosa.
Dándole vueltas a eso y puestos a imaginar, imaginé a Tien-Mu girando uno de sus espejos hacia mi casa para enviarme de regalo una pequeña centella. Me gusto la idea. Pero ya rizando el rizo, imaginé a mi abuela diciéndole a Tien-Mu: “Anda, neniña, con la de favores que te hice en Tierra. ¡Si estuve tapando espejos toda la vida! Anda y envíale una centelliña a mi nieta, que seguro que le hace ilusión”. Con lo persuasiva que es Lupiña, Tien-Mu fue incapaz de negarse.
Pensándolo bien, ¿para qué quitarle a las centellas su lado mágico? Me hace mucha más ilusión pensar que la historia fue así. Además, ¿por qué, si no, iba una Diosa china a enviarme a mí un regalo?
¡Gracias abuela!
Hola Susana: Yo estaría agradecido de que me ocurrieran algunas de las «mágicas» vivencias que nos relatas. La próxima tormenta estaré atento tratando de ver centellas.
Saludos.
JOSE.
Coincido con José , yo también estaré atenta en la próxima tormenta, aunque sería más divertido vivirla contigo .eres un amor guapa
Gracias a los dos! Aunque lo malo de la historia es que estuvimos dos días sin internet por culpa de la centella 🙂