@Vicent Torres / Ser el restaurante más caro del mundo ha perseguido a Sublimotion desde sus inicios. Sin embargo, catalogar como tal la aventura del chef Paco Roncero en el Hard Rock Hotel del grupo Palladium es un error mayúsculo.
Todo invita a sentirse fuera de lugar. Los más de 1.500 euros por persona del menú enganchan a la silla incluso aunque se tenga la suerte de no tener que desembolsarlos. Hasta que el caldo que elabora Dom Pérignon nubla las neuronas.
El estadounidense David Chang, con dos estrellas Michelin, se ha incorporado a un elenco de cocineros que encabeza Paco Roncero junto a monstruos de los fogones como Dani García, Diego Guerrero, Toño Pérez y el repostero Paco Torreblanca. Una lista que hace intuir que también la panza recibirá sus propias sorpresas. Y es algo que indudablemente no falla. Nada que envidiar al resto de restaurantes nacionales atiborrados de estrellas de la guía francesa, aunque los ingredientes utilizados sí están pensados para agradar a paladares que podrían ser más reacios a emociones fuertes.
La actriz Iris Lezcano es la encargada de dirigir la acción durante la que será la quinta temporada de Sublimotion. En una habitación en la que los olores también juegan su papel, la cristalina mirada de Lezcano mueve la atención del comensal a su gusto. Camaleónica, también en su atuendo, consigue su cometido a la perfección, aunque su voz no llega al nivel del resto de una función -que en todos los sentidos es sobresaliente- durante un espectáculo de cabaret, en el ecuador de las casi tres horas de esta experiencia. Tampoco llega a la excelencia el sonido, condicionado por el espacio, que convierte en rugosa una voz tan transparente como la del almeriense David Bisbal.
Realidad aumentada, una función de ilusionismo, la música de Wally López o una ensalada que desciende del techo en una cúpula de cristal son algunos de los detalles fabulosos de un menú que trasciende el paladar. Una sublimación auténtica de los sentidos que consigue que el estómago pase a una nueva dimensión. Un día gastronómico que, sin embargo, deja un regusto amargo: el del que sabe que es posible que jamás vuelva a vivir nada parecido.