EFE / Alrededor de tres de cada diez jóvenes de entre 13 y 18 años en Baleares consumen pornografía a diario, mientras que en torno a un 91 % de los encuestados en las islas reconoce haber consumido este tipo de contenido.
Así lo ha precisado en una rueda de prensa la profesora de Derecho Internacional de la UIB, Valentina Milano, directora del «Estudio sobre pornografía en Baleares: acceso e impacto sobre la adolescencia, derecho internacional y nacional aplicable y soluciones tecnológicas de control y bloqueo».
Este estudio, de más de 400 páginas, define los resultados de las encuestas a 3.629 jóvenes de las islas y a 2.592 familias de la comunidad. La experta ha incidido en que las familias no son conscientes de las consecuencias del consumo de material pornográfico en adolescentes y que solo el 20 % de padres y madres reconocen que sus hijos ven pornografía.
Por su parte, el responsable de la parte de diagnóstico del estudio y doctor en Sociología de la UIB, Lluís Ballester, ha precisado que sobre todo a partir de 2008, la industria pornográfica en el mundo tiene mucha capacidad de entrada en nuestras vidas, principalmente a través de la tecnología, como la red.
Ballester ha advertido que el 76 % de los jóvenes encuestados accede a material pornográfico antes de los 12 años y el 90 % antes de los 14. Los primeros accesos a este contenido, en ocasiones, se produce incluso a los ocho años.
El experto ha lamentado que se normalice el acceso a este tipo de contenidos tanto en chicos como en chicas y que el 76 % de la muestra consuma contenidos pornográficos de violencia más explícita, también denominado «hardcore», un factor que afecta negativamente a las relaciones sexuales y afectivas de los adolescentes.
Además, quienes frecuentan habitualmente pornografía son los jóvenes, en torno al 34,3 % de los chicos encuestados, frente al 2,6 % de mujeres que lo hacen más de tres horas a la semana.
El estudio también concluye que el 31 % de los encuestados consume porno a diario y más de cinco horas semanales, prácticamente hombres. Respecto a hace dos años, el acceso se ha igualado por sexos pero el consumo es diferente, ha añadido Ballester.
Entre otros datos, el informe refleja que el 54 % de los adolescentes consume pornografía para satisfacer su curiosidad sobre la sexualidad y que el 39,8 % lo hace para aprender al respecto, de manera que el porno se convierte en la fuerte principal de aprendizaje sobre el sexo.
Sin embargo, Ballester ha recordado que en el porno faltan características importantes en las relaciones afectivas y sexuales, ya que faltan aspectos como la seducción, las personas no hablan entre ellas y no hay discurso, entre otros.
En cuanto a las conductas fruto del impacto del porno en menores, el estudio se refiere a la reducción el uso de preservativos, las relaciones sexuales con personas desconocidas, el envío y difusión de imágenes pornográficas y la filmación de actos sexuales de otras personas.
Otro de los aspectos que revela el estudio es que el 20 % de los adolescentes se considera que tienen un consumo problemático con el contenido porno, por el impacto que genera sobre sus propias actitudes y conductas, como ha dicho Ballester, que ha hecho hincapié en la importancia de confiar en el sistema educativo, «para que se pueda hablar de los sentimientos, de la identificación del propio cuerpo, de las emociones…».
La directora del estudio ha censurado que el material pornográfico que consumen los adolescentes baleares discrimina a la mujer y a la niña, lo que deriva en conductas sexistas y en conductas de violencia sexual. También ha asegurado que preocupa el impacto de este tipo de contenido en las relaciones sexuales de los jóvenes, cada vez más precoces, y que incluso se han registrado problemas de adicción a contenido pornográfico entre adolescentes.
Otro de los puntos a los que se ha referido Milano es el riesgo del consumo de porno a través de internet y las redes sociales, que se utilizan para captar a niños y niñas e incitarles a compartir material pornográfico, así como coaccionarles para que participen en actividades sexuales.
En esta línea, ha abogado por un mayor control parental respecto al acceso de los menores a contenido pornográfico. «Existen herramientas de control parental pero las familias no las usan o no saben como aplicarlas», ha apuntado, a la vez que ha pedido más sistemas de verificación de edad para acceder a plataformas de distribución de porno.
La experta ha sugerido que se apliquen sistemas de filtro para que los menores no puedan acceder tan fácilmente a golpe de clic a este material «tan perjudicial», entre otras medidas.
Durante la presentación de este informe, la consellera de Presidencia, Función Pública e Igualdad, Mercedes Garrido, ha afirmado que las cifras obtenidas en este informe, confirman «por desgracia» la preocupación que llevó a su departamento a solicitar este estudio a la UIB.