Tras muchos años haciendo un seguimiento diario de la política balear e insular uno ha llegado a escuchar y leer sandeces de muy diferentes calibres: desde presidentes de la Comunidad (ahora en el Senado) que defendían a capa y espada las prospecciones petrolíferas en aguas cercanas a Ibiza porque así se lo había ordenado su jefe de filas en Madrid, hasta altos cargos de partidos (que ahora están al frente de instituciones) explicándoles a compañeros de filas cómo se habían montado un chanchullo con una empresa para obtener financiación en B para su formación. Y todo esto sin olvidar a aquel encantador de serpientes, que también fue presidente autonómico y que ahora está entre rejas, que en todos sus constantes paseos a los juzgados de Palma ha tratado de justificar su escasa ética y moral intentando salpicar a terceras personas para ahorrarse unos meses de cárcel.
Y ahora, a esta fauna de políticos con tan brillantes currícula, se le suma la diputada de Podemos en Baleares Laura Camargo, que ni corta ni perezosa ha asegurado que “no queremos más turistas en Baleares en invierno porque los trabajadores, después de ocho meses de trabajo, están reventados”.
Con estas declaraciones la podemita ha demostrado dos cosas fundamentales: que tiene muy poco conocimiento de la realidad turística balear y que tiene muy poca idea de lo que realmente quieren los trabajadores de estas islas.
En el primero de los casos decir que Baleares disfruta de una temporada de 8 meses a pleno rendimiento es surrealista. Todo aquel que viva del turismo, y en este archipiélago somos muchos por no decir que prácticamente la totalidad, saben que se trabaja a pleno rendimiento de dos a dos meses y medio como mucho. El resto de la temporada, por desgracia, el volumen de trabajo es mucho menor, lo que supone menos ingresos para los empresarios y la imposibilidad de crear nuevos puestos de trabajo.
Esto no quiere decir que, como en todos los sectores, haya empresarios sin escrúpulos que pretendan aprovecharse de sus trabajadores y hacerlos trabajar hasta la extenuación, pero este mezquino comportamiento ni tiene que ver con la totalidad de la patronal turística ni afecta a la gran mayoría de los trabajadores del sector. Unos trabajadores que, prácticamente en su totalidad, darían lo que fuera por poder continuar con su actividad laboral durante los meses de invierno.
las palabras de Camargo contra el turismo en el archipiélago no son un caso aislado dentro de Podemos
Pero las palabras de Camargo contra el turismo en el archipiélago no son un caso aislado dentro de Podemos. Su compañero de filas, Alberto Jarabo, ya expresó también su deseo de que vinieran menos turistas durante los meses de verano. Entonces ¿No queremos turismo ni en verano ni en invierno? ¿Qué habría que hacer con los miles y miles de personas que gracias al turismo obtienen su sustento? ¿Qué industria alternativa al turismo se podría poner en marcha en Baleares para que sus ciudadanos pudieran contar, como mínimo, con el mismo nivel de vida que en la actualidad?
Está claro que restringir y demonizar el turismo no es la solución, pero quizás si el racionalizarlo. Esto pasaría, entre otras cosas, por no sobrepasar el techo de turistas que ya hay en los meses de julio y agosto, en los que la saturación en Ibiza es evidente, y realizar todos los esfuerzos posibles para que se incremente en el resto del año, incluidos los meses de invierno.
Sin embargo, y pese a declaraciones más o menos afortunadas, es evidente que las acciones políticas no van encaminadas a mejorar el turismo en nuestra isla. Se habla de cambiar a un tipo de turista de mayor calidad y se instaura una ecotasa, que ya quedó demostrada su total inutilidad, para que los políticos de Mallorca dispongan de más dinero para gastar (porque poco o nada revierte de este impuesto en Ibiza). Además, a la larga y cuando se recuperen nuestros destinos competidores, este impuesto será un lastre para nuestra competitividad, lo que hará que haya que bajar precios y, por lo tanto, volver a atraer al turismo que ahora tanto denostamos.
Se habla de cambiar a un tipo de turista de mayor calidad y sin embargo nuestras zonas turísticas, especialmente Vila y San Antonio, están cada vez más sucias y abandonadas.
Se habla de cambiar a un tipo de turista de mayor calidad y, a la vez, se ponen trabas a la creación de productos turísticos específicos para este segmento turístico como campos de golf y puertos deportivos.
Se habla de cambiar a un tipo de turista de mayor calidad mientras la seguridad en nuestras zonas turísticas es cada vez más precaria
Se habla de cambiar a un tipo de turista de mayor calidad mientras la seguridad en nuestras zonas turísticas es cada vez más precaria. En algunos lugares ni siquiera los responsables políticos son capaces de cubrir las plazas policiales que corresponden por ley.
Se habla de cambiar a un tipo de turista de mayor calidad y ni siquiera se cuenta con un plan o incentivos para que zonas presuntamente conflictivas como el Westd End se redirijan a otro tipo de actividad económica que no sea la del ocio nocturno.
Se habla de un turismo más sostenible mientras se pone todo tipo de problemas a la llegada de cruceros a zonas como San Antonio. Un tipo de turismo este de más calidad y más sostenible ya que, como siempre se ha destacado, no consume territorio.
Mientras se siga hablando y hablando de lo que se quiere en materia turística y los partidos de todo el espectro político no sean capaces de sentarse con empresarios y trabajadores, dejando a un lado las ideologías, a cimentar unas bases sólidas de cambio consensuadas y en beneficio de todos los ciudadanos, las cosa seguirá siendo como ahora: sólo palabras y, de vez en cuando, alguna declaración desafortunada de algún político de turno.
Por José María de Lamo García