La noche del 25 de julio de 2021 cambió la vida del joven Alexandru Andrei Ionita, de 23 años: una banda compuesta por 16 personas, 8 de ellas menores y algunos con un largo historial delictivo, le pegaron una paliza en la calle hasta dejarlo al borde de la muerte, en coma. Sucedió en Amorebieta, en el País Vasco. Los médicos avisaron a sus padres de que era poco probable que viviera y de que, si lo lograba, su estado sería casi vegetal. El vídeo de la brutal paliza corrió por los móviles y televisiones de toda España al tiempo que las malas noticias sobre su estado de salud se repetían. Casi dos años después de la paliza las cosas han cambiado radicalmente: los agresores han sido juzgados o están pendientes de condena, Alexandru sobrevivió y está mejorando lentamente pero sin pausa. Y ahora nos hemos enterado por el canal autonómico vasco de televisión, EiTB, de que una parte de la recuperación de Alexandru se ha logrado gracias a un «hada madrina» ibicenca: una mujer residente en Ibiza es quien se ha encargado de costear todos los gastos del tratamiento que recibe este chico en una clínica privada de Barcelona. Sin embargo, como se indica también en la edición de Bizkaia de El Correo, la ibicenca se ha volcado en la recuperación del muchacho con el mismo celo con el que se guarda su identidad: nadie conoce a la benefactora ibicenca de Alexandru que ha abonado el tratamiento en el hospital privado de Barcelona donde está ahora aprendiendo a volver a vivir.
Probablemente, conocer la identidad de la benefactora ibicenca sea algo que pueda interesar a los isleños y cada uno habrá ya elaborado una lista mental de potenciales benefactoras. Pero para Ana Claudia, la madre de Alexandru hay cosas mucho más importantes: «El día que volví a verlo de pie fue el día más feliz de mi vida», ha señalado al canal vasco de televisión.
El joven se somete periódicamente a sesiones de fisioterapia y osteopatía, entre otros tratamientos, en esta clínica de Barcelona con los que está recuperando, lentamente, su movilidad. Con mucho esfuerzo, puede realizar ya la terapia y aunque necesitará siempre ayuda, su vida no finalizó el 25 de julio de 2021 gracias a su fuerza, el empeño de su familia y, ahora sabemos, a la colaboración desinteresada de una anónima benefactora ibicenca.