El cántabro Francisco Marín, residente en Ibiza desde hace ya 28 años, publicó en 2017 El Caso Demichellis, su primera novela, en Amazon. Para su sorpresa se convirtió en un éxito de ventas y lleva vendidos hasta hoy en su edición electrónica en castellano unos 40.000 ebooks, entre venta directa y lecturas en Kindle Unlimited.
La espectacular aceptación de la novela, que se tradujo al italiano casi desde el primer momento y llegó a ser allí también top de ventas, hizo pensar a su autor en su posible traducción al inglés y al alemán.
Encontrar a las personas adecuadas para ello no ha sido un proceso sencillo, pero finalmente está muy contento del trabajo de Marta Sprague, que lo ha traducido al inglés y, de Petra Derra, que lo ha hecho al alemán.
Derra es, además, amiga y ‘compañera’ de trabajo en los juzgados de Ibiza, donde Marín atiende a víctimas del delito mientras que Derra es una de las traductoras juradas que más trabaja con esta institución.
El valor de la traducción literaria
Autor también de El último caso y El Crimen de Fiona Clark, que conforman una trilogía con la primera, Francisco Marín espera que este salto fuera de las fronteras del país sirva para que su novela llegue muchos más lectores. El autor cree, además, que es importante «dar el valor que merece al trabajo de las traductoras, que a menudo quedan en un plano muy secundario».
El caso de Derra es singular porque está especializada en traducciones jurídicas y es la primera vez que traslada al alemán una novela de ficción. Al principio le costó adaptarse a esta forma de traducir ‘más creativa’ pero después lo disfrutó muchísimo.
Sentada junto a Francisco (Paco) Marín en una terraza cercana a los Juzgados de Ibiza admite que su primera respuesta a la propuesta de traducirla fue un ‘no’. “No tenía tiempo, no veía el momento… pero, finalmente, cuando afronté el proyecto, comprendí lo mucho que se puede disfrutar de una traducción literaria: es mucho más creativa y tienes una libertad que no tienes ni en la jurada ni en la jurídica ni en la traducción turística, que hacemos mucho para las instituciones”, relata. «Me fui haciendo amiga de los personajes, de una manera incluso más profunda que un lector porque vives con ellos muchos días y formas parte casi del personaje y de su manera de hablar».
En una línea muy similar, Marta Sprague, la traductora al inglés que vive en Estados Unidos, explica a Noudiari vía correo electrónico que también ha disfrutado mucho del proceso: «No me resultó difícil interpretar y traducir la ‘voz’ de los protagonistas. Después de leer la novela sentí que les conocía, que les entendía«, explica.
Ambas se sumergieron de lleno en este intenso thriller en el que Eduardo Ribas es juzgado y condenado por el homicidio de una enfermera (Ana López Demichellis). Pero tanto el abogado Raúl Ballesteros como Raquel, hermana de la asesinada, están convencidos de que el condenado no es el verdadero asesino, así que contratan a un detective, Álex Zarco, que hará todo lo que está en su mano para descubrir la verdad con sus peculiares métodos.
Los retos de la traducción la inglés y al alemán
Para Petra Derra el gran reto fue que la traducción no sonase a traducción “sino a novela escrita directamente en alemán». “El alemán es un idioma germánico con conceptos lingüísticos completamente diferentes a los de una lengua romance como el castellano. En español se hacen frases largas y subordinadas pero en alemán no se puede hacer, así que hay que dividirlas… pero consiguiendo que suene natural”, describe.
La parte ‘fácil’ fue gracias a su experiencia como traductora en los juzgados: estaba muy familiarizada con el vocabulario muy específico del mundo judicial que aparece a lo largo de la novela.
Algo en lo que coinciden Sprague y Derra es que a ambas les ha costado hacer comprensibles los procesos judiciales españoles a un lector extranjero o dar sentido para un lector no español al entramado de Fuerzas y cuerpos de Seguridad del Estado. «En Alemania no hay un equivalente a la Guardia Civil, la Policía Nacional o Policía Local, por ejemplo», resume Derra.
Marta Sprague explica precisamente que su mayor dificultad fue «guiar al lector americano por los procesos judiciales españoles, que a veces son diferentes». «Fue todo un reto para mí traducir los acontecimientos en el entorno de las Cortes españolas con un texto fluido y pertinente en inglés sin distraer de las vueltas y giros de la trama del libro». Un reto que finalmente disfrutó.
Otro asunto peliagudo para un traductor es la facilidad con la que en España usamos expresiones que para un lector alemán o estadounidense suena muy fuertes. «He tenido que suavizar algunas palabrotas que se usan en el lenguaje coloquial español. En alemán decir joder en una conversación suena realmente fatal, cuando es algo muy habitual en castellano», explica Derra.
Entre las anécdotas divertidas de la traducción al alemán está la de un personaje, precisamente alemán, sobre el que recaen algunos estereotipos. «Incluso sugerí hacerlo suizo en la versión alemana», interviene Paco Marín. Pero Petra Derra quiso mantenerlo como alemán suavizando algunos de esos aspectos más estereotipados. También ha tenido que abordar con delicadeza una alusión al holocausto que hace un personaje: «En Alemania es un tema muy delicado que se trata con una sensibilidad especial y me he detenido más en esas partes del texto».
El género policiaco
Marta Sprague tuvo un aliciente extra para la traducción: «Fue un tremendo placer poder traducir la novela de Paco porque, de hecho uno de mis pasatiempos favoritos es leer novelas policiacas, novelas negras… no imaginas mi entusiasmo al tener la oportunidad de traducir El Caso Demichellis«, destaca.
Petra Derra, sin embargo, no es lectora de novela policíaca y disfruta más clásicos como las novelas de Thomas Mann, las novelas históricas o la obra de Murakami, entre otros autores. Eso no le ha impedido disfrutar del proceso y añade un dato muy importante: su madre, lectora voraz de policíaca «se la leyó en dos días y le gustó mucho».
La versión en italiano lleva bastante tiempo en el mercado funcionando muy bien. Fue el propio traductor el que se puso en contacto con Marín para traducirla antes de que fuese un éxito de Amazon. En Italia se ha vendido bastante y se mantiene en el top100. No está nada mal para un libro que salió por primera vez al mercado en 2017.
Ahora espera abrirse camino en los mercados alemán e inglés mientras ya piensa en la traducción de sus otras dos obras.