Soldat/ «No solo somos cuatro tíos que se juntan para tocar, somos una familia, somos gente a la que sin esto nos faltaría algo. Tener una banda con tus colegas y tocar, para mí es lo mejor que existe y nosotros lo tenemos». Así sintetiza Artimus Gabe (batería) la esencia de Uncle Sal, la aventura de cuatro «frikis de la música» que presentan su primer álbum, ‘Little Cabin Music’, diez temas propios empapados de blues y rock sureño, entre la pegadiza contundencia de ‘Down the line’ y la melancolía crepuscular de ‘A runnin’ Buffalo’.
El disco se presenta este viernes, 24 abril, a partir de las nueve de la noche en Can Jordi, cómo no. Allí dieron su primer concierto cuatro años atrás: «Había 20 personas», rememora Banker (guitarra), «y ahora ha pasado a ser un sitio de peregrinación gracias al boca a boca y a Vicent [el propietario], que es un fan de la música».
Vicent de Can Jordi
Surge el nombre de Vicent y se suma al reconocimiento a su figura Soulman Sal (cantante, guitarrista y principal compositor): «Muchos locales se han apuntado a ofrecer música en directo, pero nadie es tan entusiasta como Vicent y trata a los músicos con mucho cariño». Gabe realza los elogios: «Puedes ir a Can Jordi, tomarte unas cervezas y pedirle a Vicent que te ponga el disco que te acabas de comprar, así escuchas música con los amigos muy a gusto una tarde que no haya directos». En la entrevista falta Francis Fastfingers (bajista), pero fijo que afianzaría la unanimidad en torno a Can Jordi como meca del rock’n’roll en la isla y pieza clave en la prolífica escena de conciertos que ahora goza la isla.
Toniet Barbé
Además de Vicent de Can Jordi, hay otro nombre clave en la historia de Uncle Sal, Toniet Barbé, el añorado y carismático «músico agricultor», como le gustaba definirse, que acogió los primeros pasos de la banda en su casa-local de ensayo en medio del bosque de Santa Gertrudis. Tras la disolución de Black Onions, Soulman Sal empezó a juntarse con Gabe para dar forma a unas canciones que había ido componiendo en casa. Enseguida se sumaron Banker y Fastfingers, antiguos compañeros de Sal en Beerdrinkers y Black Onions.
La conexión con Toniet Barbé sigue viva de la mano de su sobrino Joan, prolífico instrumentista y 50% de Projecte Mut, a la par que productor de ‘Little Cabin Music’ en su Magrana Estudio, otro templo dedicado a la música también perdido en una colina en medio del campo ibicenco, en este caso cerca de Cala Llonga. Los miembros de Uncle Sal están más que satisfechos con el trabajo de Joan a la hora de dar forma a sus canciones, en solo cuatro tardes dedicadas a las sesiones. Bueno, lo de tardes es relativo, puesto «que algún día se acababa a la una o las tres de la madrugada».
Joan Barbé
Las diez canciones se grabaron prácticamente en una toma en directo y solo se regrabó alguna voz o solos de guitarra. Y se nota, para bien. El resultado son temas compactos, sinceros y con la misma pasión que desprenden Uncle Sal en sus conciertos, sin que por el trabajo de estudio se pierda la inmediatez y pasión de la que han hecho gala en unas 50 actuaciones desde 2011.
Gabe: «En estudio puedes pintar la cosa a lo grande, dar forma plena a las canciones tal y como suenan en tu cabeza y que suenen bien».
Banker: «Joan capturó muy bien el sonido que pretendíamos. Hay aspectos que no puedes hacer en directo porque solo somos cuatro, pero allí lo grabas y puedes reproducir en la canción cosas que en directo no puedes».
Soulman Sal: «Joan Barbé ha buscado reflejar lo que hacemos en directo y lo ha plasmado con muy buena producción».
Gabe: «Cuando tocas en directo, con los medios que hay en locales pequeños como los de la isla, no sacas toda la potencia que puedes llegar a conseguir. En el estudio, le das mucho más empaque con el equipo disponible y, cuando tienes un tipo que controla el sonido, como Joan, te saca lo mejor de lo que tienes».
Se comprenden sus parabienes hacia Joan Barbé cuando se disfruta de las diez canciones grabadas en el Magrana Estudio, algo más que un estudio de grabación: un templo junto a Cala Llonga; como la casa en Santa Gertrudis de Toniet, el tío de Joan, donde empezó la historia de Uncle Sal, o como el bar-tienda-correos junto a la carretera de Sant Josep en el que Can Jordi se ha erigido como epicentro del rock en Ibiza. Estos tres sitios comparten aislamiento en plena naturaleza para dedicarse a la música, quizá el mismo espírito que simboliza el nombre del disco.
Muddy Waters
«Little cabin es una pequeña cabaña, esas cabañas de madera de Mississipí donde vivían los aparceros», explica Soulman Sal. Él, junto a Gabe, cumplieron el año pasado uno de sus sueños y recorrieron el sur de los Estados Unidos para vivir el ambiente del que nace su música. En Rolling Fork, un pequeño núcleo rural en el pantanoso sur, de unos mil habitantes, visitaron la ‘little cabin’ en la que se supone que nació uno de sus ídolos, Muddy Waters. En la plaza del pueblo hay esta caseta, que es una reproducción de las antiguas cabañas en las que los esclavos pasaron a denominarse afroamericanos. «Es una casita en medio de la plaza, está abierta y dentro hay una guitarra, un equipo de música y cuadros de Muddy Waters, imaginad esto aquí, no duraba ni tres horas».
‘Soulman Sal’ y ‘Gabe’ fotografiaron la cabaña, que es la que ha reproducido el diseñador Ricard Bofill (Jazzbo) en la portada del álbum. El espíritu que les evocó esa pequeña construcción de madera dedicada a la música es el mismo de unas canciones que «se han escrito de una manera muy íntima, en casa encerrado con una cerveza en la habitación y que cuando nos juntamos se van desarrollando». Y el desarrollo suena a sur, a Mississipí o New Orleans, pero también a bosque, a campo, como el que rodea Can Jordi o la añorada casa de Toniet Barbé.
La música sureña es la que cohesiona a los cuatro, que, pese a tener gustos muy similares, los de unos «frikis del rock» con una adolescencia marcada por el Popular 1, tienen orígenes diversos. «Cada uno tiene influencias bastante diferentes, pero en esa coincidimos todos, por eso decidimos emprender el viaje al sur».