Con motivo del Día Internacional contra la Explotación Sexual, que se celebra hoy, Médicos del Mundo ha lanzado una provocativa campaña que con el título Yo no me llamo puta pretende concienciar sobre el delito de la trata de mujeres y combatir el estigma que sufren estas personas.
Los actos se van a suceder en toda España y llegan también a Ibiza este viernes 24 a las 18.30 horas en Vara de Rey con la presentación de la campaña y una performance.
A través de la puesta en escena denunciarán el estigma que sufren las mujeres en situación de prostitución o trata.
En España se está tramitando la Ley de Libertad Sexual y próximamente comenzará el trámite de la Ley Integral contra la Trata. «Es una oportunidad única para conseguir mejoras en la vida de quienes son explotadas sexualmente», destacan desde Médicos del Mundo.
La ONG quiere asegurar que esas normas incorporan alternativas sociales y laborales reales «para que quienes lo deseen puedan decir #AdiósProstitución» y por otro, «combatir el estigma que sufren las mujeres prostituidas».
Hay que recordar, además que hoy y mañana en el Centre Cultural de Jesús, de Santa Eulària, se celebran las V Jornadas de prostitución del Consell Insular d’Eivissa organizadas junto a Médicos del Mundo.
Este jueves 23 de septiembre, si el tiempo lo permite, habrá un Desfile de Moda de la marca solidaria Dona Kolors en Sa Punta des Molí de Sant Antoni.
«Prostituirse es una decisión límite y a menudo ni siquiera es una decisión, sino un hecho al que se llega fruto del engaño o de la trata», recuerdan en el manifiesto. «El estereotipo social las presenta como viciosas, próximas al mundo de la ilegalidad, vagas o que buscan ganar dinero fácilmente, pero la mayoría son cabeza de familia, es decir, tienen menores que dependen exclusivamente de ellas tras el abandono y la falta de responsabilidad económica del padre, y también a otros familiares dependientes a su cargo. Sus vidas son cualquier cosa menos fáciles», recuerdan.
La prostitución tiene graves consecuencias para la salud tanto física como psicológica de las mujeres. «Por un lado, las violencias ejercidas por quienes recurren al sexo de pago les provocan desde desgarros o infecciones genitales a lesiones por golpes», recuerdan.
Por otro lado, «las emociones que experimentan quienes están en prostitución son siempre negativas: cuando entran en la actividad, cuentan que sienten tristeza, dolor y desorientación, que luego se tornan en desconfianza, asco, humillación y vergüenza. Todo ello afecta a su autoestima y a la imagen que tienen de ellas mismas, les provoca desde insomnio a frustración y las mantiene en continuo estado de alerta», explican.
Las peticiones que Médicos del Mundo eleva al Gobierno central y a los legisladores son tres:
- Que el Gobierno central apruebe cuanto antes un Plan de Integración Laboral y Económica que ofrezca oportunidades reales a las mujeres en prostitución. Los programas concretos de apoyo que incluya este Plan deben estar adaptados a sus necesidades. Por ejemplo, una red coordinada de servicios que puedan utilizar desde cualquier ciudad, dado que muchas mujeres son forzadas a moverse de una a otra localidad constantemente.
- Que modifiquen la Ley de Extranjería para facilitar que las mujeres en situación administrativa irregular logren tener sus papeles en regla. La falta de documentación es una de las dificultades más señaladas por quienes quieren abandonar la prostitución, y una de las razones principales, junto a la precariedad laboral, del inicio en esta actividad.
- Que creen programas de acompañamiento psicosocial y sociolaboral con dotación económica para aquellas que quieran abandonar la prostitución.
Es difícil calcular el número de mujeres en prostitución que hay en España, pero Médicos del Mundo sabe que son mayoritariamente migrantes y pobres. «Se estima un número cercano a las 350.000, de las que el 80% son extranjeras irregulares (Esteban Sánchez, 2017). Esto coincide con los datos extraídos directamente del trabajo de Médicos del Mundo: el 97% de las 8.177 personas que atendimos en 2020 son mujeres y de ellas el 91,3% son migrantes, a quienes la legislación pone barreras casi insalvables para legalizar su situación tanto de residencia como laboral, obligándoles a aceptar situaciones de cuasi-explotación» concluyen.