Nahuel L.A/ Para algunas, la experiencia de ser madre suele ser una incógnita. Por eso, buscan métodos alternativos o terapias para sobrellevar, con firmeza, los duros meses de embarazo. Para otras, que ya han sentido los dolores del parto y tienen conocimiento de lo que es traer vida a este mundo, entienden qué necesitan para facilitar el camino de dar a luz. El yoga se ha convertido en una autentica revelación para todas ellas.
«Te sientes más relajada, estiras todos los músculos y dejas te tener tantos problemas de espalda», dice una de las futuras madres mientras descansa de una de esas indescriptibles formas que les exige esta actividad. Ruth Cotaina, madre y maestra de yoga de las mamás, explica que la modalidad que les aplica es un «yoga tradicional adaptado» muy enfocado al parto. «Intentamos que no haya excesivo esfuerzo a nivel abdominal -recalca-. Lo que hacemos es reforzar la cadera, la pelvis y estiramientos de espalda para que no se resientan las lumbares».
El grupo que lleva Cotaina en un pequeño local de Vara de Rey está integrado por mujeres que ya han pasado el primer trimestre de embarazo. «Preparamos a la mujer a todos los cambios que pueda producirse durante el periodo», señala la monitora que añade que, durante el proceso de engendrar una nueva vida, se pueden producir cambios anímicos y mentales en la futura madre. «El yoga ayuda a aceptar estos cambios», sentencia.
Por otra parte, observa que esta terapia -que se puede prolongar hasta el final del embarazo- ayuda a la mujer a que «confíe en sus propios recursos». «Durante los últimos 50 años se ha instalado en el subconsciente colectivo que la madre necesita mucha asistencia para tener un hijo cuando la realidad es que, con el entrenamiento adecuado, es capaz de ser mucho más autónoma», destaca la yogui.
En este momento, Cotaina lleva un grupito de madres cuyo número varía dependiendo de las obligaciones de cada una. «Por lo general vienen entre cuatro y seis», asegura y sonríe porque sabe, a ciencia cierta, que todas ellas celebrarán, el 5 de mayo de 2014, el mejor regalo que la vida puede dar: un hijo.