Hace unos días el director insular de Turismo, Juan Miguel Costa, advertía en una entrevista: “En Ibiza hay 100.000 turistas en agosto que no sabemos dónde se alojan”. Era fácil adivinar la solución al enigma y por suerte, ya lo ha averiguado. Si no se sabe dónde viven estas 100.000 almas en plena temporada alta, y no todos duermen en una toalla encima de la arena de la playa, ni en coches de alquiler, ni en la casa de algún residente (aunque muchos sí lo harán y posiblemente todos hemos tenido en nuestro domicilio a este tipo de visitante), no es descabellado pensar que se trata de camas de la oferta ilegal. Pero realmente ¿tenemos un volumen tan descomunal de oferta turística ilegal? ¿Tanta capacidad hay de mantener y comercializar un stock tan brutal de alojamientos que operan al margen de los permisos, licencias y del control de la Administración?
Naturalmente que no hay pisos para alquilar a residentes o trabajadores de temporada. ¡Cómo iba a haberlos! Con una oferta tan bestial para turistas veraniegos, es imposible que haya casas para todos. Pero lo más increíble es que siga resultando rentable para los que deciden incumplir la Ley, porque hay pocas posibilidades de que les pillen, porque aún menor es la probabilidad de que acaben teniendo que pagar una sanción y porque, en cualquier caso, el asunto se limita a una multa que merece la pena pagar y seguir infringiendo. Sigue saliendo más lucrativo alquilar por internet una habitación por días o semanas, a turistas durante tres o cuatro meses al año, que todo el año a un trabajador residente en Ibiza. La codicia no nos deja ver más allá que sacar el máximo provecho de esa habitación que uno tiene.
Es fácil que muchos de quienes así actúan lo hagan para poder pagar ellos mismos el alquiler del piso en el que viven y que no les queda más remedio que recurrir a la picaresca para llegar a fin de mes. Pero a buen seguro que también hay muchísima gente que prefiere ganar dinero de forma ilegal que hacerlo legalmente. Y tampoco hay estímulos suficientes, ya sea en forma de incentivos o de sanciones, que animen a los ilegales a cambiar su comportamiento.
De modo que podemos concluir que 100.000 alojamientos ilegales son realmente pocos, para lo que podría darse en Ibiza. Los que deciden hacerlo todo según la normativa son verdaderos héroes a quienes habría que condecorar el día 8 de agosto. Pudiendo hacerlo mal y ganar más dinero y más fácilmente, deciden hacerlo bien. Olé por ellos.