Crecer emocionalmente implica cambiar, no estar en un punto fijo, no quedarse para siempre en un lugar. Esto es muy problemático para muchas personas, las cuales pueden haber pasado muchos años de su vida aferradas a un determinado lugar en su familia, en el mundo, en la manera de relacionarse… entonces les aterra la posibilidad de perder eso, lo único que conocen, aunque implique poder crecer y desarrollarse.
Vemos así como muchas personas quedan aferradas a su propia cárcel mental, de la que les es dificilísimo moverse y a la que paradójicamente se aferran aunque les limita enormemente y les crea muchas dificultades a la hora de crecer, relacionarse, madurar, disfrutar… y conseguir muchas cosas importantes en la vida.
Empezar a cuestionar ese lugar tan unitario, tan seguro, y tan consolidado, pero en el fondo, tan perdido y tan poco cierto, implica un dolor, que puede llegar a ser importante: el de ir uno mismo clausurando, dando pasos y saliendo de esa cárcel, de ese búnker que hemos construido tan opaco y con la pretensión de que nos protegiera de todo y de todos, y que termina por alejarnos y excluirnos de la vida misma.
A veces esta cárcel mental está muy instalada dentro de la mente de uno mismo, siempre desde vivencias, sucesos y relaciones de tiempos remotos, y entonces cuesta mucho trabajo y esfuerzo poderse ir abriendo a otras posibilidades distintas que nos permitan una mayor libertad de vivencias y de acción, que nos ayuden a ir de alguna manera clausurando ese lugar imaginario (por lo perdido que está) de nuestra primera infancia, o que, al menos, nos permitan empezar a cuestionarlo aunque sea doloroso y difícil – y a veces largo- todo ese proceso.
Es lógico que quien siempre ha estado recluido, apegado, fijado durante muchos años, tratando de protegerse de todo y de todos, tenga dificultades para empezar a dar pasos por si mismo, y que de alguna manera sienta que ir cerrando y alejándose de ese lugar al que se siente pegado, adherido, es algo muy doloroso y difícil. Es por ello que es necesaria (para muchas personas) la ayuda de alguien que haya recorrido este camino de liberación interior, dado que es un pasaje, una travesía de las más importantes que podemos hacer en la vida de cara a dignificar nuestro recorrido por ella y a vivirla aprovechando sus posibilidades.
En el inicio del camino pueden aparecer angustias y miedos importantes, las que tal vez implican empezar a salir de ese cascarón y encontrarse de alguna manera con algunas cosas que uno teme, o que uno cree temer. Siguiendo por este camino, una tendrá que tomar decisiones, implicarse con la vida, comprometerse, luchar… Por ello es importante que estos momentos que pueden ser de angustias importantes, y de cierto bloqueo, no hagan imposible el camino que se está recorriendo, y que se pueda tener en cuenta que pueden aparecer, pero eso no obtura todo el trabajo de liberación interior, todo el recorrido, que estamos tratando de hacer, y que tan importante será para encontrar nuestras preguntas y respuestas fundamentales.
Joan Escandell Salvador.
Psicólogo de la clínica Iniciativas Médicas de Ibiza y Formentera.