Hace unos días, a propuesta del Partido Popular, el Consell de Ibiza aprobó solicitar a AENA que reduzca la presencia de publicidad de las discotecas en el aeropuerto de es Codolar. El director insular de Turismo, Juan Miguel Costa, manifestó que la promoción del ocio en la terminal es “desmedida” y que, aunque dicho sector puede contratar los espacios que crea oportunos, porque está formado por empresas privadas, no es normal que cada vez se habilite más superficie comercial allá donde antes no existía, como el suelo, el techo, las paredes o los jardines. “Habría que encontrar un equilibrio que deje que las discotecas se promocionen pero que no parezca que, cuando llegas al aeropuerto, ya estás dentro de una de ellas”, describió acertadamente.
Aunque esta crítica parecía especialmente dirigida hacia la gestión del aeropuerto, que es quien debe de poner los límites, se ve que el gerente de Ocio de Ibiza, José Luis Benítez, no tolera esta clase de injerencias; ni siquiera por parte del gobierno que representa a todos los ibicencos. Así que respondió que “esta propuesta es un ataque gratuito al sector”, añadiendo también que desde el Consell “están errando el tiro”. O la ceguera del personaje es absoluta o su cinismo es a prueba de bombas, pues cualquiera que haya pisado la terminal estos últimos años habrá podido comprobar que la publicidad de las discotecas sobrepasa con creces los límites de lo razonable y de lo que sucede en cualquier otro aeropuerto del país.
Argumenta el portavoz –que hasta hace poco solía manifestar que su sector trabaja codo con codo con las instituciones y siempre mira por el bien común de los ibicencos–, “que los establecimientos de ocio nocturno son legales y que tienen derecho a promocionarse allí donde consideren oportuno”. Convendría recordar que el alcohol y el tabaco también son legales y que, sin embargo, no pueden publicitarse en los aeropuertos porque resultan perjudiciales para la salud. Igual lo que tendría que plantearse el Consell, visto cómo las gastan los mandamases del ocio, es solicitar la prohibición de la publicidad de las discotecas en general. En Ibiza, con los desmanes que han ocurrido y siguen ocurriendo en las salas de fiestas, lo del alcohol y el tabaco parece cosa de niños.
Los salvadores de la patria del sector del ocio afirman que sin ellos la economía ibicenca su hundiría irremediablemente, pero nunca reconocen sus pecados, incluidos los más deplorables. No hace falta volver a enumerar la interminable lista de infracciones, multas, irregularidades y abusos que arrastran desde su turbulento pasado; basta con centrarse en esta temporada. De momento, comenzaron criticando duramente la fiesta ilegal que organizó un famoso dj en los acantilados de Cala d’Hort, para después situarlo como cabeza de cartel en una de las principales discotecas asociadas a su gremio.
También hemos visto a una trabajadora de un hotel discoteca precipitarse al vacío desde una altura disparatada, mientras permanecía colgada de una grúa como un adorno, para dar color a una fiesta. Podría haberse matado, pero nadie de Ocio de Ibiza ha salido a la palestra comprometiéndose a que no volvería a ocurrir. Recientemente, además, hemos conocido a través de una nota policial un hecho incluso más grave: la presencia de una niña de 15 años en el interior de una sala de fiestas, incluso tomando copas en el privado, para acabar la noche en la habitación del hotel de un cliente. Recordemos que el acceso a las discotecas está prohibido por la legislación española hasta los 18 años y que tampoco está permitido servir alcohol a menores.
El gerente no se ha manifestado en ningún momento sobre estas conductas lamentables por parte de sus asociados. Debe ser que su famoso código ético no se ocupa de minucias como la seguridad de los trabajadores y trabajadoras, las raves ilegales organizadas en espacios naturales por los artistas de cabecera de sus establecimientos o el abuso a menores dentro de sus locales.
Ahora el gerente se limita a argumentar que las discotecas ya han colaborado con el Consell en la retirada de las vallas ilegales y que ya no empapelan la isla con los carteles de sus fiestas. Sólo faltaba que se opusieran, dado que, como él mismo reconoce, son ilegales. Parece, sin embargo, que su ceguera no se limita al aeropuerto, sino que se extiende a toda la isla, pues sigue habiendo multitud de vallas y el personal de las salas de fiestas continúa pegando pósters por doquier.
En paralelo a esta polémica, el Ayuntamiento de Sant Antoni ha anunciado que adoptará una ordenanza de ruidos que permitirá a los restaurantes y otros negocios programar conciertos de música en vivo dos veces por semana, que no superen las dos horas de duración y terminen antes de las 11 de la noche. El colectivo de músicos, lógicamente, se ha alegrado intensamente por la noticia y cabe suponer que muchos locales del municipio también. La buena nueva, sin embargo, no está exenta de ironía, en un municipio con beach clubs y hoteles discoteca que saturan de ruido todo su entorno con música electrónica al aire libre todos los días y a todas horas, sin disponer de licencia de sala de fiestas.
Volviendo a la polémica del aeropuerto, quien ha errado el tiro no ha sido el Consell, sino Ocio de Ibiza, al silenciar lo evidente: que la batalla por el control de los espacios publicitarios entre las discotecas se ha trasladado de las vallas de las carreteras a las instalaciones de la terminal. Es posible que la salida de tono de Benítez obedezca a que es precisamente la empresa hotelera y de ocio para la que trabaja, la que va ganando por goleada la pelea por acumular estos espacios publicitarios.
Ibiza es mucho más que discotecas. También es playas, pueblos, monumentos, gastronomía, fiestas populares y un montón de buena gente, cada vez más hastiada de lo que se le viene encima cada temporada… Sin embargo, todo aquel que llega a la isla a través del aeropuerto sólo encuentra una selva discotequera de cartón piedra que todo lo abarca y que no nos representa.
Dudo que AENA mueva ficha, pero para eso están los diputados y senadores de todos los colores que supuestamente nos representan. De momento, que sepamos, no han movido ficha ante la petición del Consell, pero, como mínimo, deberían informar de la situación al ministro de Tranportes, Óscar Puente, que seguramente nunca ha visto un aeropuerto customizado como una discoteca, y exigirle una rectificación.
Mucha razón en su comentario, solo una salvedad, en los aeropuertos no se puede hacer publicidad de tabaco y alcohol, pero en la mayoría de ellos para llegar a las puertas de embarque no tienes más remedio que pasar por el interior del Duty Free donde se vende alcohol y tabaco.
Si esta asociación de benefactores de la isla y su vocero reivindican el derecho a poder anunciarse donde consideren oportuno, yo reivindico mi derecho a poder moverme por Ibiza sin tener que soportar su basura visual y acústica. Exijo, ya puestos, un respeto hacia la isla y que no conviertan la principal puerta de entrada en su particular invitación a la barra libre y al todo vale. Algunos hemos nacido aquí hace ya bastantes años, conocemos Eivissa y no consideramos que su teatrillo esperpéntico sea una garantía de prosperidad y futuro.
Pues lo de que sin ellos la economía ibicenca se hundiría irremediablmente me da a mi que no …Ya se constato en el segundo verano del covid cuando no pudieron abrir discotecas que la economía de la isla funcionó perfectamente ,que los servicios eran mejores y que la gente que vino a la isla gneró muchos menos problemas pero….tienen que seguir contando el cuento…
Los dos fallan el tiro: lo que hay que preguntarse es qué hace AENA con ese dinero. Cómo es posible que la empresa con el monopolio de la gestión aeroportuaria en un país donde el turismo es la principal actividad no sea una gallina de huevos de oro.
Lo de que las discotecas no nos representan, será a usted. A mi sí que me gusta que haya discotecas, sin olvidar que generan molestias. Pagar por poner publicidad de manera legal en el aeropuerto no es una de mis mayores preocupaciones.
Esta claro que sobran las discotecas en ibiza.ya