No podemos contemplar la supervivencia sin el agua. Si bien los recursos acuíferos han sido tomados por lobbies con el fin de especular con este elemento tan fundamental, podemos burlarlos fácilmente.
La manera más directa, aunque no la más pragmática en las Pitiüses, es aprovechar el agua de lluvia. Las Pitiüses registran unas precipitaciones de 350 litros por metro cuadrado como media anual, tan pocas precipitaciones sumado a que son muy estacionarias (se concentran sobre todo en prácticamente 3 meses) nos obligaría a disponer de un espacio de, como mínimo, 100 metros cuadrados para su recogida y un depósito para su almacenamiento de no menos de 25000 litros. Y esto siendo cuidadosos con su consumo.
Sin embargo no olvidemos que estamos rodeados de agua de mar. La ciencia del agua de mar merece un libro aparte, pero intentaré sintetizar aquí unas pocas conclusiones fundamentales.
Empezaré desmontando una leyenda urbana probablemente propagada por los mismos lobbies que pretenden chantajearnos.
Seguramente le hayan dicho que si alguna vez naufraga no sucumba a la tentación de beber agua del mar porque le mataría. Esto es completamente falso, el agua de mar se puede beber directamente sin más preámbulos y no sólo le hidrataría, también le alimentaría ya que en ésta pueden encontrarse los 92 elementos químicos naturales de la tabla periódica.
Las investigaciones sobre el agua de mar se las debemos al científico francés René Quinton (1866-1925) quien llegó a conclusiones asombrosas. Para confirmar los estudios de este sabio otros científicos han llegado en repetidas ocasiones a desangrar completamente a varios canes, a unos les volvieron a introducir en las venas agua de mar mientras que a los otros se les inyectó suero sanguíneo del utilizado en los hospitales. Los que recibieron el agua de mar no sólo sobrevivieron sino que se recuperaron mucho más rápido que el resto.
Con gran brillantez, René Quinton dedujo que esto se debía a que los orígenes de la sangre debían remontarse al agua de mar de cuándo, en épocas prehistóricas, el ser humano aún no había evolucionado a tierra y era anfibio.
Demostró también, cómo en presencia de agua de mar, los gérmenes patógenos mueren debido al proceso de ósmosis, de lo que se extrae que el agua de mar es antibiótica.
Si bien es cierto que nuestros mares están cada vez más contaminados por otros productos químicos peligrosos, no debemos aún preocuparnos mientras en ellos vivan otros seres. Podemos suponer que estos productos son arrastrados y diluídos en los vastos océanos y que mientras pueda vivir un pececillo en ese entorno podemos estar seguros puesto que nunca tomaremos en proporción más agua que la que él procesa.
Las investigaciones de Quinton llegaron a su clímax durante la Primera Guerra Mundial, cuando a falta de sangre para transfusiones se administró en su lugar agua de mar a los heridos salvando así miles de vidas. En Francia fueron populares los dispensadores de agua marina donde a los ciudadanos se les administraba agua de mar por vía intravenosa por sus beneficios sanitarios. Desgraciadamente esta práctica fué ilegalizada en los años 80 por la presión ejercida por los lobbies desde organismos internacionales.
René Quinton fué repetidamente aclamado por los franceses para el premio Nobel, pero no le fue concedido en beneficio de Alexander Fleming por el descubrimiento de la penicilina. Viendo los acontecimientos en perspectiva podemos elucubrar que la razón fuera que el producto de Fleming es complejo y comercial, mientras el de Quinton es sencillo y gratuito, si bien los dos cumplen funciones similares, el agua de mar demuestra más propiedades que la específica penicilina.
Una empresa española con sede en Alicante compró los derechos de distribución de agua de mar tratada y analizada que tenía la familia Quinton en Francia, pero no podemos esperar mucho de ella puesto que su intención es venderla en forma de medicina alternativa y suplemento alimenticio.
Huelga decir que no estoy aconsejando atiborrarse de agua de mar, el alto contenido en sales podría ser a la larga perjudicial al acumularse en los riñones y en cualquier caso no hay suficientes estudios sobre el tema debido a que la práctica se ha discriminado.
El consumo ideal para mantenerse en unos parámetros saludables y seguros es beber al día una mezcla de litro y medio de agua destilada con medio litro de agua de mar, pero piense que cada organismo es diferente y que debería hacer sus propios estudios de manera cauta y paulatina a fin de sacar sus propias conclusiones.
Para destilar el agua puede hacerse por ebullición, algo completamente imprescindible en el caso de agua de lluvia aunque también podría utilizar filtros de carbono para sanearla. Se puede hervir con un horno solar, para alcanzar las temperaturas necesarias debería idear un reflector parabólico de 2 metros de arco por 10 de longitud atravesado por un tubo de cobre de 20 mm pintado de negro a lo largo del foco, este sistema concentraría 2000 vatios de potencia sobre 3 litros de agua proporcionándole hasta 3 litros diarios de agua destilada dependiendo del clima que hiciera.
El material reflectante más práctico y económico para este propósito sería el mylar, de venta en grow shops a unos 2 euros el metro cuadrado.
Termino con unas emotivas palabras que pronunció René Quinton antes de morir:
«Algún día mis terapias marinas volverán a salir a la luz, y acabarán aceptándose para beneficiar a la humanidad ante la evidencia de los hechos»
Josep Lluís Costa