Esta frase pronunciada por el filósofo estadounidense Henry David Thoreau a mediados del siglo XIX describe drásticamente las preocupaciones sociales que afloraban ya a finales de la revolución industrial. Las cosas no han cambiado mucho desde entonces. Ahora que se pone en evidencia que nuestras clases político-financieras nos mienten, engañan y manipulan con fines exclusivamente lucrativos tal vez haya llegado el momento de recuestionarnos el sentido de la existencia y buscar motivaciones realistas que dirijan los esfuerzos comunes afines a una sociedad.
La mala experiencia que vivimos actualmente debería servir para inmunizarnos contra la droga que utilizan estas clases para mantenernos sumisos e ignorantes: el dinero. De la misma forma que el alcohol; el dinero puede hacernos olvidar la verdad y ayudar a mantenernos en una ensoñación agradable que llegue a hacernos cuestionar si necesitamos cualquier otra cosa. Pero cuando nos retiran la droga con el fin de dirigir nuestros anhelos hacia unos que sean compatibles con sus fantasías aburguesadas surge de nuevo la dura realidad, siempre es así. Aprovechemos pues la resaca para cuestionarnos profunda y sinceramente sobre nuestro papel en la sociedad.
No creo que estemos aquí para satisfacer los caprichos bizarros de una clase histriónica que cualquier psicólogo tildaría como inestable. Tampoco creo en ese dios que salió a por tabaco hace lustros dejándonos con la incertidumbre de una revelación que aún muchos siguen esperando y otros explotando. Si a mí me preguntaran, no después de poca reflexión, opinaría que lo único incuestionable y afín a cualquier ser viviente es la necesidad imperiosa de mantenerse con vida y siento comunicarles que esto no tiene nada que ver con dinero ni con trabajo. Si usted no lo piensa así es la prueba viviente de cuán distorsionada ha sido la verdad.
Afortunadamente, hoy tenemos los conocimientos adecuados para mantenernos con vida sin demasiado esfuerzo, sin despertadores, sin obligaciones y, por supuesto, sin dinero. Si en alguien despierta interés esta opinión puede que explique en futuras entregas algunas técnicas que pueden ayudar a lograr este objetivo tan universal. Sólo entonces, cuando su existencia no dependa de nadie más que usted, podremos juntos decidir que camino tomar sin miedo a que nuestras decisiones estén fundamentadas en ejercicios de chantaje y dependencia tan propios de las políticas actuales.
Porque no se trata de que de ilusión también se vive, sino de que sin ilusión no hay vida.
Sí, jo vull més entregues!
¡Así ha de ser!
Gracias por esto.