Hace un par de semanas se hizo la presentación oficial de APIES (Asociación Pitiusa por la Inclusión Educativa y Social) con un padrino de lujo, Nacho Calderón. Un día de reencuentro con muchas personas implicadas y que quieren aportar un granito de arena en ese proyecto. Además, vinieron de Menorca varias personas para conocer personalmente a esta asociación y establecer un enlace entre las dos islas.
Como persona, docente y ahora como representante en una institución pública, he conocido en primera persona a niñas y niños, adolescentes y a sus familias que buscan tener los mismos derechos que el resto de la sociedad. Seguramente que muchos de los lectores han conocido personas que etiquetamos como “especiales”, pero deberíamos decir que cada persona es especial y única.
Las personas que estuvieron en la mesa nos hicieron pensar en que los sueños son posibles y que nosotros mismos nos debemos poner límites ni etiquetar a las personas por tener un diagnóstico. ¡Son niños y niñas!
Las palabras que Pepita, Faustina y Rosa que nos dirigieron a los asistentes fueron palabras que salían del corazón, del sufrimiento e impotencia, de la esperanza en el cambio, de que otra escuela y sociedad es posible. Unas palabras que iban directamente a las emociones para concienciarnos de la realidad que diariamente tienen que vivir esas familias. Una lucha diaria agotadora, desesperante y kafkiana, pero llena de amor, en la que muchas veces se han topado con la administración como si se tratase de un muro infranqueable. Palabras que salieron desde lo más profundo y que arrancaron los aplausos de los allí presentes.
Ese día se me hicieron presente el nombre de varios de estas niñas y niños, ahora ya algunos de ellos adolescentes. También vinieron a mi mente la lucha de esas madres y padres que han estado durante años luchando para tener la atención necesaria tanto a nivel educativo, asistencial y sanitario. Esas madres luchadoras, porque casi siempre son mujeres, son las que han estado en el campo de batalla ante las instituciones e intentando organizándose (esta asociación es un ejemplo más). Haciendo todo lo posible e imposible, como cualquier madre querría para su hijo o hija.
Quería hacer una mención especial a Francis que ya no está entre nosotros. Una madre que su lucha, trabajo y fuerza, nos ayudó a concienciarnos, aunarnos y contribuir a algunos a participar e involucrarnos para poder cambiar esta sociedad. Y para acabar, qué decir de Nacho Calderón, un profesional y un hermano que con su pedagogía y su experiencia personal, compartió historias con las que nos mostró que las limitaciones nos las autoimponemos y se las ponemos a los demás.
Todos ellos son un auténtico ejemplo, y nos demuestran que es el momento de aunarse colectivamente para poder contribuir a tener una sociedad más justa, solidaria e inclusiva.
Salva Aguilera, diputado de Podemos Illes Balears en el Parlament Balear
Y este señor es diputado/maestro? No de lengua, esperemos.
Pase el corrector y vuelva a publicar la carta, hágase un favor porque sí, las madres casi siempre son mujeres y la concordancia singular-plural no debe existir. Tampoco las preposiciones.
El día que los políticos entiendan que la «integración» no es una cosa que deban hacer los niños con una discapacidad o sus familias, sino todos y cada uno de nosotros, igual avanzamos. Menos discursitos y más hechos.