Qué desilusión, oigan. A mí Arias Cañete me caía simpático. Era el Papá Noel del PP, con su perfil bonachón, su frondosa barba blanca y sus ojos rebosantes de chispitas, Arias Cañete tenía ese toque de bar de la esquina, de compañero de domingo en la peña deportiva que, oigan, en medio de la marisma de rigidez y culillo estrecho que se gastan la mayoría de políticos del PP se agradecía.
Además, eso de salir siempre meneando los carrillos también lo había humanizado. No había alimento en mal estado que se resistiera a las potentes fauces del político, como si fuese un Superman del moho. Porque él se mostraba así, más llano que el chopped. Y si hay que comerse yogures caducados poniendo cara de estar comiendo caviar a cucharadas, ahí estaba Cañete para mostrar su sonrisa de “¡Esto está de muerte!”. Y el pueblo tan tranquilo viendo como sus dirigentes se zampan alimentos en mal estado por turismo, por placer. Porque falta no le hacía, seamos sinceros. Pero él era así, un entregado a la causa.
Pero, como siempre pasa con los políticos, un día les sale el ramalazo que mantenían oculto y ya no hay quien los devuelva al redil de la corrección (recuerden a Gallardón, el supuesto izquierdista de la derecha gracias al que Torquemada nos parece más simpático que Paco Clavel). «El debate con una mujer es complicado. Si demuestras superioridad intelectual o la acorralas, es machista». Ahí lo suelto y me quedo tan ancho. Sólo dos frases cortas, dieciséis palabritas de nada le han valido para echar por tierra a todas mujeres, poniendo en duda su capacidad intelectual y acusándolas de forma velada de acudir al machismo como paraguas en un enfrentamiento dialéctico. A ver quién es el listo ahora.
Como siempre pasa con los políticos, un día les sale el ramalazo que mantenían oculto y ya no hay quien los devuelva al redil de la corrección (recuerden a Gallardón, el supuesto izquierdista de la derecha gracias al que Torquemada nos parece más simpático que Paco Clavel).
Yo no tenía pensado votar a este señor. En realidad, confieso que ésta será la primera vez que no voto en casi 20 años, pero eso es otro tema con el que ya les daré la murga otro día. Pero si estuviera planteándome darle mi apoyo a este hombre, se lo retiraría de inmediato porque, como no piensa que estoy a su altura, prefiero votar a cualquiera que pase por ahí y que, al menos, se preste a debatir conmigo si se lo pidiera.
Señor Cañete, debata usted con un melón y así tendrá un contrincante a su altura. Y si no quiere arriesgarse por si le entran las ganas de zampárselo de dos mordiscos, póngase un gorrito de esos que se gastan ustedes en Doñana y recorra el mundo en busca de algún pariente cercano del Australopithecus. Ojalá lo encuentre y pueda perderse bien lejos con él, que por aquí no nos hacen falta cavernícolas con salario público.