Este pasado lunes 8 de septiembre, 250 personas tuvimos el lujo de asistir a un acontecimiento único del que desgraciadamente solo podemos disfrutar una vez al año. Se trata del magnífico Festival de Ópera con el que nos brinda Armin Heinemann desde hace ya 8 años. Es justo y necesario reconocer la labor que hace este amante de la literatura operística ya que es un trabajo que además de tener un coste económico elevadísimo supone muchísimos dolores de cabeza en cuanto a la organización y la producción de la ópera. Este año hemos podido disfrutar de «Carmen», una de las óperas más maravillosas jamás escritas. De la producción realizada en el recién inaugurado Centro Cultural de Jesús cabe destacar la magnífica puesta en escena en lo que se refiere a
atrezzo y escenografía, todo ello diseñado por el mismo Heinemann. En cuanto a los intérpretes, es necesario hacer referencia a Carol García que con una técnica vocal espectacular nos deleitó con una Carmen descarada y atrevida pero a la vez sensual y atractiva, también es digna de mención la soprano Irantzu Bartolomé que interpretó a la perfección una Micaela dulce, amorosa y tierna con un dominio del
passaggio que
le mereció una ovación del público. Junto con ella, el barítono Carlos Daza nos presentó al toreador
Escamillo con una potencia, una precisión, un dominio y una técnica vocal absolutamente envidiable con una
voce in maschera perfectamente colocada. Pero quien demostró un dinamismo y una perfecta comprensión del lenguage de Bizet fue Daniel Gil de Tejada, director de la orquestra compuesta por nombrosos músicos jóvenes ibicencos que nos deleitaron con un empaste perfecto y una química digna de las mejores orquestras que tenemos en nuestro país.
Aún así, no todo se queda en las rosas que recibió la mezzosoprano protagonista, sino que hubo detalles altamente destacables como es la acústica de la sala que cortaba el sonido de una manera muy desagradable. Los cantantes se veían obligados a traspasar la orquestra con sus voces, cual ópera de Wagner, y la orquestra desprendía un sonido seco y turbio. Es por eso, que tal vez las instituciones deban ir pensando en la construcción de un establecimiento apto para representaciones teatrales, musicales, etc. que solvente las necesidades de los artistas, en vez de ir haciendo pequeñas construcciones y remodelaciones que, porsupuesto, se quedan pequeñas para eventos como éste. Cabe decir, que con el magnífico trabajo del director musical y escénico juntamente con el talento de los artistas, la producción fue un absoluto éxito que se debe seguir repitiendo en los consecutivos espectáculos que nos presente Heinemann.
Juan Carlos Rodríguez Tur