Tal vez sea usted uno de los más de seis millones de personas, que, probablemente estupefactas, han contemplado en la red social X (antes llamada Twitter), ese vídeo de una turista en el que, mientras baila metida en una piscina sin profundidad, en plena fiesta, con el famoso e inconfundible escenario del establecimiento al fondo, destapa un bote y arroja unas cenizas al agua. Sobreimpreso sobre las imágenes, un rótulo en inglés que dice: “Just me sprinkling my brother about Ushuaïa”. Traducido, viene a significar: “Tan solo yo, vertiendo a mi hermano sobre Ushuaïa”.
Aunque a ella el viento no le jugó una mala pasada, no pude evitar acordarme de esa escena mítica de la película ‘El gran Lebowski’ (Joel y Ethan Coen, 1998), en que el personaje protagonista, El Nota (Jeff Bridges), y su compañero de bolos Walter (John Goodman) ascienden un acantilado para arrojar al mar desde las alturas las cenizas de su amigo Donny, recientemente fallecido. Walter, que no se caracteriza por su inteligencia –aunque realmente nadie en el film lo hace–, abre un bote parecido a los de Nesquik y, sin prestar atención a la dirección del viento, vierte su contenido al aire, que se lo devuelve envolviendo a ambos en una nube polvorienta compuesta por los restos de su camarada.
En esencia, es lo mismo que les sucedió en la sala de fiestas ibicenca a aquellos que compartían piscina con esta tuitera y que, aunque probablemente no se enteraran, acabaron abandonando el recinto de Platja d’en Bossa con los fragmentos del hermano de la susodicha impregnando su piel.
Es lo que tiene la diversificación extrema del negocio hotelero que se practica en Ibiza. La frontera entre las tipologías de negocios turísticos se ha difuminado, y los hoteles ya no se sabe si son alojamientos, discotecas, locales de intercambio de parejas y ahora vemos que hasta funerarias, aunque esta última faceta sea de momento involuntaria. La cuestión, en todo caso, radica en retener al turista al precio que sea, con tal de que no se marche a otros negocios cercanos y destine parte del presupuesto vacacional en los restaurantes, comercios, bares y otros negocios de la oferta complementaria.
Los hoteles todo incluido ya levantaron una polvareda en el pasado, por el hecho de disponer de sus huéspedes las 24 horas del día, barriendo las calles cercanas de clientes para el resto de negocios. Ahora irrumpen también los alojamientos solo para adultos, que diluyen el turismo familiar de múltiples zonas de la isla, como, por ejemplo, Portinatx y pronto Cala Llonga, con hoteles que tienen una programación de ocio y animación con dj’s, que persigue el mismo objetivo y que, según auguran algunos empresarios afectados, se traducirá en la ruina a medio plazo de souvenirs y locales de hostelería.
Esta clase de establecimientos solo para adultos, a veces con todo incluido, son hoteles reformados en su mayoría y proliferan como hongos. Las compañías, al anunciar el inicio de las obras y la posterior subida de categoría, los venden a la opinión pública como una gran mejora social y económica para todo el entorno, pero la realidad es que, en muchos casos, sucede justamente lo contrario. Encastillan a sus huéspedes y los pocos que salen tienen un perfil de consumo totalmente distinto al de los turistas que venían antes, por lo que se muestran menos interesados en los comercios y restaurantes de la zona. Este giro de los acontecimientos se traduce en que el sector del lujo, al final, solo genera beneficios para el alojamiento que lo adopta, sin impulsar lo que tiene alrededor. Es la versión más radical del libre mercado, que enriquece a unos pocos, perjudicando los intereses de la mayoría, sin generar un bien social o un avance para la economía local. Y es, precisamente, la que en los últimos años se expande con extraordinaria fruición por toda la isla.
Sin embargo, las discotecas camufladas en hoteles, que supuestamente ofrecen una actividad complementaria, constituyen una versión del negocio aún más perversa a la de cautivar a tus huéspedes sin que salgan a gastar a otra parte. Ellos ya no solo retienen a sus propios clientes, sino que atraen a otros muchos del exterior, con fiestas a diario en las que multiplican por 10 y por 20 su capacidad de alojamiento. Miles y miles de personas que ya no se interesan por los restaurantes, comercios y otros locales de ocio que abren en su misma franja horaria, o incluso más tarde.
Todo ello sin disponer de una licencia para la actividad que realizan, ya que se amparan en permisos especiales de los ayuntamientos, basados en una ley turística confusa y lo suficientemente enmarañada como para permitir actividades complementarias en los hoteles, que han acabado siendo principales de manera descarada, sin consecuencias legales hasta el momento.
Si esta práctica la acometiera un único establecimiento aún no resultaría tan nocivo para el conjunto de la economía turística de la isla. Pero al de Platja d’en Bossa, que ya es un macrocomplejo con varios hoteles y distintas áreas de fiestas con programaciones y entradas independientes, se suman otros dos en Sant Antoni y el de Cap Martinet, con capacidad para acoger a miles de fiesteros. Incluso hay un hotel rural en el Camí de sa Vorera, que se dedica a lo mismo, en plena zona rústica, lo que ya constituye el colmo. Todo ello a pesar de las reiteradas quejas de los vecinos.
La industria turística necesita de un equilibrio para que la economía que genera fluya de manera justa y adecuada, sin que unos acaben concentrando la mayor parte de los beneficios, dejando para el resto las migajas. Y, lamentablemente, esa es la tendencia que en Ibiza nos arrastra hacia el futuro.
Los hoteles comenzaron siendo un sitio para pernoctar. Luego acapararon bodas, bautizos, comuniones, despedidas de soltero, convenciones empresariales y toda clase de eventos variopintos. Después han pasado a ser discotecas y, ahora, aunque de manera involuntaria, también sirven para despedir a los difuntos, echando sus cenizas al aire entre la multitud de una pista de baile. Seguro que, con el tiempo, encuentran la manera de cobrar un lucrativo suplemento por ello.
Así es , será el nuevo complemento del hotel!