Este miércoles fue San José, fiesta grande en el querido pueblo de Sant Josep de sa Talaia, además de la Comunidad Valenciana. Estuve unos días en aquella tierra, de donde es mi familia política, de honda tradición fallera. Como es natural, este año las celebraciones no fueron como de costumbre, en absoluto, como es fácil de imaginar tras lo sucedido con la riada del 29 de octubre del año pasado. Pero este pueblo hermano y esta gente, son de una pasta especial. No son de lamentarse mucho, sino más bien de arremangarse y trabajar hasta la extenuación.
Muchas de las fallas que pudimos visitar, a ratos bajo la lluvia, llevaban alusiones a Carlos Mazón y ‘El Ventorro’, el mesón en el que estuvo comiendo aquel fatídico día. Pero tampoco faltaron las figuras de Pedro Sánchez, que huyó por piernas de Paiporta el tres de noviembre, cuando acompañaba a los reyes don Felipe y doña Letizia. E hizo bien, porque igual no lo cuenta.
Me llamaron la atención unas declaraciones de Diana Morant, ministra de Ciencia, Innovación y Universidades a la televisión autonómica À Punt. Dijo “És una anomalía que Mazón no puga estar al carrer perquè el poble no el suporta”. Y eso que ve la ministra que ejerce de oposición al Govern de la Generalitat Valenciana, en manos del PP, no lo ve en el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que no puede pisar aquella tierra por miedo a que lo linchen. Vamos, que no tuve ni siquiera la dignidad de acudir a los funerales de las víctimas, el muy cobarde.
Pero les pondré un ejemplo que demuestra cómo son esta gente valenciana de nobles, dignos y patriotas. Estuve en la falla de mi suegra y sus hijas hasta las cuatro de la mañana. Cuando la fiesta iba a terminar, todos los asistentes se abrazaron en corro y sonó el himno de la Comunitat Valenciana, que fue cantado al unísono. Allí, como en todas partes, cada uno es de su padre y de su madre. Unos votan al PP, otros al PSOE, otros a Vox y otros a Compromís. Pero al margen de eso, se abrazaron y cantaron. Algunos lloraban. Yo también, la verdad. Lloré de emoción y de envidia.
En Baleares no podemos cantar un himno porque ni siquiera tenemos. Y casi es mejor así, porque me temo que, de tenerlo, unos dirían que es el himno de los otros y que no es el suyo. Y nos lo tiraríamos a la cabeza, como hacemos con casi todo, ¡aún más si contuviese la palabra España! “Per a ofrenar noves glòries a Espanya, tots a una veu, germans vingau”, dice la letra que me pone el vello de punta cada vez que la escucho y que ellos cantan a la menor oportunidad. Com us envege, alacantins, valencians, castellonencs!
Per Joan Miquel Perpinyà