¿Ibiza está perdiendo su carácter de mito? O Ibiza está perdiendo su carácter de mito. ¿Pregunta o afirmación? La dicotomía está servida, con tintes de VIP (Verdad, Impostor, Patológico).
En este juego literario en el que salto de un libro a otro por invitación del anterior, esta vez fue Viajeros contemporáneos, de Vicente Valero, quien me llevó a Teoría(s) de Ibiza, un libro colectivo escrito en 1983. Intenté comprar un ejemplar, pero está completamente fuera de circulación. Finalmente, lo conseguí prestado durante una semana en la biblioteca de Can Ventosa.
Admito que fue al ver a Escohotado en la lista de autores cuando me empeñé en leerlo. Sin embargo, varios de los textos me han encantado y han dado forma a algunas ideas que flotaban, embriagadas por el mito de Ibiza.
El libro abre con un exquisito texto de Walter Benjamin, una Obertura que releí con el placer de un gato lamiéndose las patas. Son 21 autores, 21 argonautas que, desde la escotilla abierta, navegan en este ente de roca flotante en el Mediterráneo que llamamos Ibiza. Nos ofrecen una paleta variada de colores u perspectivas para interpretar su mito.
Como siempre, he tomado mis notas y recolectado retales que me han parecido. Uno de ellos, extraído de Viaje real a un espacio utópico, de Félix Julbe, dice así:
“La utopía de bastantes aguafiestas consistió en intentar que las cosas se hicieran de otra manera. Un poco mejor. Un poco más despacio. Y más bonitas, por supuesto. ¡Qué lejos de la radicalidad de las viejas utopías históricas! Pero con el mismo impulso ético y estético, el mismo optimismo y afán igualitario, la misma insistencia en plantear los viejos temas pendientes, siempre aplazados por los de siempre. Los mismos que califican de utópico todo aquello que no comprenden o que no coincide exactamente con su escasa imaginación o con sus mezquinos y abundantes intereses. Lo de siempre.
La brutalidad espacial se ha reflejado en las relaciones personales. Y viceversa. Una sociedad que vive de vender servicios acaba por ser muy servicial.
Traficantes del ocio, esnobs, arribistas y especuladores de toda especie y condición han impuesto en la isla la turbia moral del tendero y la vulgaridad del nuevo rico.
Mientras tanto, la Historia se reduce a caprichos arcaicos. La antiutopía navega trivial entre Miami y Disneylandia. El pasado inmediato no existe porque se ignora. ¿Y el futuro? El futuro tampoco existe porque se niega. Cosas de forasteros.”
Como ese adjetivo pronunciado que genera vértigo, leer a Julbe me hace sentir que cuarenta años no son nada y que el futuro parece que nunca llega.
Para aliviar un poco el calor, está asfixia, comparto otro fragmento, esta vez de Inventario personal, de Miguel Siguan:
“Pero quizá sea inútil buscar una explicación racional a esa atracción y sea preferible admitir que se trata de un milagro; que es cierto que las Pitiusas son uno de los ejes psíquicos del mundo y que Ibiza estaba llamada a tener un destino singular.”
No hay ni una letra vacía en este recorrido por Teoría(s) de Ibiza. Desgranados los textos, condensados en un punto o eje concéntrico que permite ordenar sus órbitas, como un sistema en el que las ideas giran y se trasladan, pero siempre con un sentido unánime, cabe decir que los 21 autores coinciden en algo: la nostalgia.
Nostalgia de algo que les conmovió. Nostalgia como ese sentimiento que rebota en un pinball, tratando de encontrar algo que dejó de existir y que, por ello, sigue existiendo.
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Ahora quiero elaborar mi “Teoría de Ibiza”, partiendo del momento en que nada tenía nombre ni podía ser nombrado. Un instante abstracto y puro, tan puro que aún no era, antes del antes.
Ya os iré contando.