Es un despropósito lo que sucede con el Tribunal Constitucional y la injerencia entre los poderes que en teoría deberían regir los destinos del Estado y los ciudadanos que lo sostienen. Desde Europa ya nos avisaban que el modo de renovación de los altos cargos de Justicia no es el más adecuado por la intervención que supone del Poder Legislativo en la independencia del Poder Judicial.
El Judicial por su parte, hace lo propio impidiendo los procesos de renovación, tal y como marca nuestra Legislación, mejor o peor, es la Ley que se ha de cumplir. Es la Legislación que emanó de unas Cortes soberanas. Y tras el cambio de color de las últimas elecciones parece ser que las «reglas de juego» que entre ellos mismos se pactaron y nos vendieron como buenas, ahora resulta que no son del agrado de los mismos poderes fácticos que implementaron la Norma.
La falta de decisión del PSOE y los múltiples asuntos turbios del PP, hacen que el pueblo, cansado y desgastado por todas las amenazas que hacen peligrar su bienestar, sea más sensible y receptivo a ciertos mensajes dogmáticos de la extrema derecha y reciba como auténticas perlas las bostas esparcidas por los estamentos más casposos y retrógrados.
Para la ciudadanía de a pie, esta pugna por los órganos del Poder Judicial, le resulta completamente ajena (sólo quiere llegar a final de mes con cierta solvencia económica), viviendo al margen de estas polémicas y tiranteces que aparentemente ni le van ni le vienen, inmersa en sus quehaceres diarios, escuchando noticias (en el mejor de los casos) en los boletines de radio como quien oye llover.
Ahora mismo estamos viviendo un cambio de paradigma en el horizonte democrático occidental. Las élites económicas asentadas en todas las estructuras del Poder, se niegan a perder el control; las oligarquías gobernantes se niegan a perder cuotas de poder y son capaces de todo tipo de maniobras políticas, erosionando la propia legitimidad de un sistema que ellas mismas parieron, sin medir las graves consecuencias que pueden tener a largo plazo y polarizando aún más una sociedad que, por ahora, parece ajena todos estos acontecimientos.
Una oligarquía que se abraza a la bandera para defenestrar a un Gobierno legítimo que emanó de un proceso electoral, que con todas sus fallas y virtudes fue diseñado por la misma oligarquía que rechaza su resultado. Una oligarquía interesada y traidora, no sólo al pueblo soberano que les sostiene a través de los impuestos que paga religiosamente, sino a los propios valores de la Constitución que dicen defender.
Una oligarquía postrada a las élites económicas que se preocupan más de sus beneficios y privilegios, aliada del partido más corrupto de la Unión Europea que es el Partido Popular, el PP, condenado tres veces por corrupción por la Audiencia Nacional y que ha sido declarado como “organización criminal”.
Todo ello con el silencio sospechoso del PSOE que no ha ejercido antes sus funciones para renovar los órganos de Justicia y que ahora parece tener prisa en consolidar estos cambios de cara a las elecciones en un intento espurio de demostrar una fortaleza que hasta ahora no parecía tener.
Un sistema heredado, legado de la Transición, cuyas imperfecciones en aquel momento no se quisieron ver y que todos los agentes políticos progresistas ignoraron con tal de avanzar hacia un Estado moderno y democrático, creyendo ilusos, que dichas imperfecciones podrías ser limadas o usadas en beneficio propio. Nada más lejos de la realidad, el pasado siempre vuelve y atormenta el presente con sombras de espectros fantasmagóricos que nos recuerdan quien maneja los hilos del poder ante el avance de las reclamaciones más sociales y justas. Horadando la soberanía popular y quebrantando la confianza en las instituciones que deberían estar al servicio del pueblo y no de las oligarquías económicas que se niegan a una sociedad más justa y equitativa.
David Álvarez,
conseller en el Consell Insular de Eivissa
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bien dicho David, la verdad es que es la clara evidencia que la separacion de poderes no es real.
si se necesita una reforma en ese ambito y eso que no estoy muy puesto en leyes. tendria que estar encaminada en una separacion real , y que los poderes facticos no condicionen las leyes y derechos que nos atañen al conjunto de los ciudadanos.
hay que seguir trabajando en los verdaderos problemas de los ciudadanos de a pie.