El 28 de abril es el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, fecha que pasa sin pena ni gloria, ante el glorioso día 1 de mayo, Día Internacional de los Trabajadores, que además este año coincide con el Día de la Madre en España, con lo que se podrá reivindicar el protagonismo e importancia no reconocida de la Madre Trabajadora en la sociedad actual.
Y pasa sin pena ni gloria, no sólo por la proximidad de las festividades mencionadas. Pasa sin pena ni gloria porque, en general, la visión que se tiene en este país sobre la prevención es negativa: un gasto innecesario clasificado de “impuesto revolucionario” (vox populi).
La pandemia ha mostrado las debilidades de nuestro sistema económico, la fragilidad del Estado (gracias a los recortes PPSOE y sus corruptelas) y lo lejos que estamos de un modelo productivo eficiente que beneficie a todas las partes de la ecuación.
El sector terciario representa algo más del 70% del PIB, lo que da la falsa imagen de que poner cañas o hacer la cama no necesita de prevención. Hasta la jornada de ocho horas (el gran logro de la lucha obrera) es cuestionada en la actualidad. Ya ni se plantea la posibilidad de la jornada semanal de cuatro días.
Este panorama desolador ha sido engendrado por unas estructuras económicas heredadas, basadas en la máxima de “que inventen otros”, que favorecen todo tipo de abusos y malas prácticas y que se traducen en una siniestralidad que supera los setecientos fallecidos en el año de la pandemia, trece más que en 2019.
Más de un millón cien mil accidentes reconocidos en 2021. Porque luego, viene el juego de las estadísticas, accidentes no reconocidos como laborales, accidentes graves clasificados como leves o las dificultades con que se encuentran las personas trabajadoras para que se les reconozca una enfermedad profesional, tal y como denuncia CCOO en un reciente artículo, en el que visibiliza la infradeclaración de casos de cáncer laboral en España, debido a que éstos tienen que ser reconocidos y catalogados como tales desde las Mutuas de Accidente de Trabajo y Enfermedades Profesionales de la Seguridad Social (MATEPSS).
El valle de lágrimas que ha de recorrer una persona trabajadora para conseguir la debida atención por parte de estas instituciones, el recorrido administrativo ante la Seguridad Social (desarbolada por la falta de funcionarios y las cargas de trabajo acumuladas) se hace lento a pesar de la urgencia y necesidad de las familias afectadas. Por no mencionar la velocidad absurda a la que va la Administración de Justicia cuando no hay otra salida que la vía judicial…. Hasta el mismísimo Job blasfemaría en arameo.
Injusticia
Pero claro, son situaciones individuales, que no son portada, que afectan a familias trabajadoras con recursos limitados, que desconocen los intríngulis de la Ley y que en numerosas ocasiones, ante la perspectiva de enfrascarse en un proceso que no saben cuánto, cuándo o cómo finalizará prefieren dejarse arrastrar por el río de la conformidad, a pesar de ser conocedores de que sufren una injusticia.
¿Para cuándo una base de datos unificada entre las MATEPSS, la Seguridad Social y el sistema sanitario? Un sistema, que cuando una persona trabajadora acuda a los Servicios Asistenciales de Atención Primaria, el médico pueda valorarla y derivarla a la Seguridad Social para que sea ésta que le exija a la MATEPSS de turno su obligación de atender, recuperar o indemnizar.
¿Para cuándo la absorción de las MATEPSS por el sistema sanitario? De modo que no se puedan ocultar enfermedades profesionales o accidentes de trabajo, permitiendo penalizar de manera ejemplar a las empresas que tenga una elevada incidencia.
¿Para cuándo la integración de la Prevención de Riesgos Laborales en las empresas a la manera de la UE, permitiendo combatir la precariedad y la siniestralidad laboral, al tiempo que se produciría una mejora en corto y medio plazo la productividad de las empresas? Por no mencionar la reducción progresiva de los gastos directos e indirectos por accidentes laborales o de indemnizaciones y pensiones por lesiones laborales.
Qué razón lleva la Vicepresidenta Yolanda Díaz acerca de que la mentalidad empresarial en España debe cambiar, pero no por los “rollos” moralistas de los derechos de las personas trabajadoras, ni por dar la tabarra con las injusticas que sufre el colectivo de manera general… Sino por una cuestión económica ya que sale a cuenta, es un proceso beneficioso en el cual todas las partes ganan, la Administración Pública, las Empresas, las personas trabajadoras y en su conjunto la Sociedad.
David Álvarez Cayuela,
conseller de Unidas Podemos en el Consell de Eivissa.