Atónitos nos quedamos al escuchar que dar las licencias estacionales a los chóferes era como dejar que los camareros pusieran más mesas en el mismo bar donde trabajan, o en la terraza de al lado. También le escuchamos una y otra vez referirse al Estatuto de los Trabajadores.
No parece que nos sirva de nada el pagar a tantos asesores y técnicos, políticos… Y quizás deberíamos exigir un mínimo de capacidad a los que nos gobiernan y exigir, cuando menos, que sepan distinguir entre lo público y lo privado.
Mientras todos podemos abrir un bar, sin necesidad de acudir a un concurso público, las licencias deben someterse a las reglas que la Constitución y las leyes establecen para su creación y adjudicación.
Lo más curioso es que, según usted, si no se cubre la oferta de estacionales por los titulares de licencias ordinarias, a éstas podrían optar los asalariados del taxi, es decir, el camarero no puede poner mesas en el bar donde trabaja, salvo que haya sitio.
Pero esto, ¿no va contra el Estatuto de los Trabajadores? Es lo que repitió en cada una de sus intervenciones en el pasado pleno. Seguro que si se hubiera asesorado, sabría, que no hay ningún impedimento para ser autónomo y trabajador por cuenta ajena, a la vez. ¡Qué se puede esperar de quien justificó su otorgamiento a los ya titulares de una licencia en la falta de recursos económicos de los trabajadores!
Una vez más, defienden a quien más tiene, a costa de los derechos de los más pobres, de los trabajadores.
Días después, escuchamos al presidente de los taxistas de Ibiza, referirse a que el reparto, siquiera desigual, de las estacionales, no es “lo que habían pactado” con los gobernantes. He aquí la explicación a su incoherente defensa de lo indefendible.
Para aprender a leer, es necesario, conocer el abecedario, para gobernar, es necesario aprender a distinguir entre lo público y lo privado, e inmediatamente después, aprender que gobernar es defender el interés común, y no el de unos pocos (en éste caso, el de los taxistas) frente a los derechos legítimos de otros, los chóferes, a quienes la ley les reconoce, por antigüedad, el derecho de acceso a las nuevas licencias.
No olviden, que el taxi, es un servicio público, que requiere de una licencia que debe otorgarse con arreglo a derecho, siendo obligación impuesta por la Constitución Española, el justo y equitativo reparto de los recursos públicos.
Señor Montilla, sus actos y los de su partido nos recuerdan comportamientos propios de otras épocas, ya lejanas, de otros regímenes, radicalmente contrarios a los principios básicos que rigen, o deberían regir, aquí y ahora y que recoge nuestra Carta Magna.
Señor Montilla, una estacional, no deja de ser una licencia. Cumpla con la ley y reparta de forma justa y equitativa los frutos del árbol común. ¡Dignidad señor Montilla!
Jaume Tur Costa