No todo el mundo anda hoy em-palma-do como el infante consorte y presunto delincuente. Los detractores a la remodelación del puerto de Eivissa, por poner sólo un ejemplo, andan hoy bastante escaldados tras comprobar que ese disparate va a convertirse finalmente en una desgraciada realidad. Los responsables de ese nuevo atentado terrorista contra la mismidad pitiusa sí se pasean ufanos y se vanaglorian del acuerdo logrado, que prostituirá lamentablemente nuestro perfil marino-urbano. Qué pena de generación la nuestra, que va a tener que contemplar con el rabo entre las piernas cómo se pierden impunemente algunas de las señas de identidad más propias de Eivissa y las que más han encantado siempre a nuestros visitantes. La aristocracia española, hasta la más rancia, estará ahora aplaudiendo con las orejas.
La duquesa de Alba, Cayetana, y su último marido, el Braguetazo, no es fácil que em-pal-men ya mucho, pero las orejas sí pueden moverlas cual raquetas de tenis porque los atraques postizos que llevan su nombre junto al vetusto Muro no desaparecerán, según aclaró el mismo martes el presidente de la Autoridad Portuaria, José María Urrutia, muy satisfecho por ese detalle de conservacionismo y, cómo no, por la destrucción que comporta todo el resto del proyecto, tan poco em-pal-man-te para la generalidad de la opinión pública. El duque de Príapo, ya casi ex duque de Palma en plena fase de andropausia, llegará tarde para sumarse a esta iniciativa para seguir haciendo negocios fraudulentos, siempre presuntamente, pero igual em-pal-ma otra vez al ver que no está solo en ese tipo de asuntos.
En cambio, la impotencia seguirá invadiendo, como siempre, a los grupos ecologistas pitiusos, que desde hace años vienen llamando a los ideólogos de la ampliación del puerto los nombres que se merecen y que tienen que ver con un embutido cuyo nombre ahora mismo no puedo recordar. Para ellos, los ecologistas y todos aquellos que se han opuesto a esta idea, unas pildorillas de Viagra, que siempre anima un poco aunque sea sólo artificialmente, tan artificial como quedará nuestro Moll. Y Eivissa y Formentera cada vez más seapradas entre sí. Quosque tandem abutere Catilina patientia nostra?