Jaume Torres / Cuando estas palabras se lean en la noche, ya no será más el ruiseñor preso del trueno, como cautivos fueron en su día los juegos de mi niñez. Juegos que nacieron con miedo a la montaña y de titanes que la poblaron.
Crucé la niebla para tocar musgo y descubrí en el corazón de la montaña, lumbre en casa de piedra.
En su interior, la luz del fuego apenas alcanzaba algunos cachivaches que llenaban de magia aquel lugar. Rostros con fuego se hundían en la penumbra y sus sombras en las paredes de cal se movían. Algunas centellas saltaban del fuego para brotar después con luz menuda en lo que para mí era entonces un camino incierto.
Pobre de luz y roto por el fuego, un poema me alejaba poco a poco del miedo:
Algo se duerme en el alma si la magia no llega
al igual que la nieve cuando oculta la tierra roja.
Ahí asustada, el alma duerme.
Una voz amiga me llamaba desde la oscuridad…