Después de que la editorial le comunicase que su libro lo vería íntimamente ligado al librero y descubriéndolo un domingo rodeado de revistas del corazón y causarle mal, engañada se creyó y decidió retirarse de su banal vida y hallar el ser espiritual que en ella reinaba.
Aun cuando los que llegaron a conocerla sostuvieron que la causa real de tal decisión no fue la que sobre estas líneas se lee, sino que apenas belleza creaba ni veía, salvo los vinos que más jóvenes eran y más al alcance de su mano encontraba en otra bodega.
De ahí que agradeció al librero que, sin saberlo ni pretenderlo, la guió hacia su alma y allá acudió.
La fría luz azulada de la mañana no destacaba la belleza oculta en la tierra y que pocos la verían. Aún así, la luz del atardecer revelaba los ricos tonos sobre el verdor que poco a poco crecía en la tierra roja y que tras las lluvias de un verde hermoso se cubriría.
-¿Con quién te gusta hablar ? Observa los matices en el rostro, como este estupendo paisaje arriba expuesto. Decora el lenguaje, son graciosos los diminutivos… la hipérbole con cuidado, tú eres la chica más guapa de la ciudad pero no del país… Alma.
Quien ahora escribe era su asesor literario preocupado por una de las tantas huidas que hacía Alma a su mente y temiendo por su negocio.
–Los adornos los uso cuando escribo y ya está.
–Pues convierte tu vida en una obra maestra y te escucharán y leerán. Así nos ayudaremos los dos, la editorial y tú.
Y vino el silencio y el misterio y Alma no dijo más y en el bosque se introdujo.
Y, como si estuviera untada de pingües, allá fue para encontrar el perfume que le daría una nueva y joven vida. Pero no para encontrar cualquier fragancia, sino para hallar la fragancia que olió tiempo atrás en una sala de fiestas repleta de gente y que desde el fondo, sin ver la cara y saber de perfumes en ese tiempo, escuchó amorcito. Y anduvo entre robles, jazmines y magnolias aconsejada por su equipo de químicos que sus negocios de perfumería gestionaban y hallado ya el perfume amaderado que su alma le pedía quiso bautizarlo con un nombre singular y al pueblo gomero de Vallehermoso llegó no para trabajar de pastora o trepar por el risco sino por el bello nombre del pueblo que la inspiraba y esperó de su mente consejo.
Y así, sin saber de amores ni de perfumes pero sí del buen escribir, bautizó aquella exclusiva fragancia con la marca Amorcillo, pues Alma, que sí sabía de palabras, a ésta prefirió harta de escuchar diminutivos y temas de alcoba y dejó abierta otra vez la palabra al misterio.
Y dijeron días después en Vallehermoso que Alma bien pudiera ser mi alma siendo no tal cierto y a disposición de los tribunales de Vallehermoso lo dejo por si tuviera que andar.
Por Jaume Torres