Juanjo Ferrer, senador por Ibiza y Formentera, está decidido a ganar el premio al hazmerreír del Senado. Con una audacia digna de un show de comedia, ha salido a defender los “buenos resultados” del tope del precio del alquiler en Catalunya, la única comunidad autónoma donde tan controvertida medida se aplica. Y cuando dice «buenos resultados», Ferrer se refiere a una épica caída del 0,1% en los precios interanuales. ¡Casi nada! Imagino que en su mente, este insignificante descenso es motivo de fiesta. Con los precios por las nubes, una rebaja de una décima de punto al chistoso senador le parece motivo para lanzar las campanas al vuelo y tirar cohetes de alegría.
Es curioso que Ferrer se aferre al «modelo exitoso» de Catalunya, mientras incluso en otros bastiones socialistas, pocos en verdad, ni se atreven a tocar el tema. ¿Por qué será? ¿Quizás porque limitar los alquileres, lejos de resolver el problema, tiende a reducir la oferta? Claro, pero no le pidamos a Ferrer que reflexione sobre algo tan complejo. Él prefiere el brillo de una estadística irrelevante, aunque las cifras griten lo contrario. Reducir la oferta de alquileres, ¿eso no suena problemático? ¡Ah, pero qué va! Si el 0,1% es motivo de orgullo, la desaparición de oferta en zonas tensionadas debe ser la guinda del pastel.
Lo más irónico es que Ferrer clama con fervor por aplicar en Baleares un sistema que hasta en su propio «éxito» es más simbólico que práctico. A lo mejor le fascina tanto el plan de Salvador Illa que está dispuesto a hacer cualquier cosa, incluso el ridículo, con tal de imponerlo aquí. Porque, claro, lo importante no es resolver el problema de vivienda, sino salir en las noticias con propuestas grandilocuentes que, en la práctica, no ayudan a nadie.
Pero Juanjo Ferrer es capaz de ir un paso más allá y ha criticado que se sancione a propietarios de infraviviendas, calificándolo de “lamentable e insolidario”. Lo lamentable es que él se empeñe en ofrecer a la ciudadanía un espectáculo lamentable donde mezcla sectarismo, obediencia ciega al PSOE e ignorancia, a partes iguales. Ferrer ha encontrado su lugar en el Senado, pero no como eficaz orador y digno representante de los ciudadanos de las Pitiusas, sino como el entretenimiento de sus señorías.