‘Una familia ibicenca desahuciada en Santa Eulària tras cuatro meses de impago de alquiler’, abril. ‘Desalojo del asentamiento de Can Rova, afectando a alrededor de 200 personas’, julio. ‘Prohens avanza que el Govern ya tramita el expediente sancionador al propietario que «alquiló ilegalmente«, Can Rova’, septiembre. ‘Trabajadores viviendo en chabolas en Ibiza enfrentan multas y posibles nuevos desahucios’, octubre. ‘Bajan un 14,5% interanual los desahucios practicados en Baleares’, también en el mes de octubre, así como: ‘Un nuevo asentamiento causa revuelo en Ibiza: «Ahora sí que nos vais a llamar okupas». ‘Cruz Roja atendió a cerca de 400 personas que dormían en la calle en Ibiza durante 2024’, diciembre. ‘Baleares registra 227 desahucios en el tercer trimestre, un 20,7% más que el año anterior’, diciembre. ‘Baleares lidera en desahucios por impagos de alquiler y es donde más demandas hay contra okupas’, también diciembre. ‘Desahucio realizado con éxito en menos de 7 meses en Ibiza’, diciembre de nuevo. ‘Los desahucios por impago del alquiler crecen un 16,6% en Baleares’, y otro más. ‘Prohibición de desahucios y lanzamientos de hogares vulnerables se extenderá a lo largo de 2025’, de nuevo, último mes del año. ‘Se prorroga la suspensión de los desahucios a vulnerables en 2025’, ídem de lienzo.
Estos son algunos de los titulares que encuentro en diferentes medios locales, regionales y nacionales relacionados, todos ellos, con la gran problemática de los desahucios en Baleares, en concreto, en Ibiza. Todos de 2024. Rastreo por la web, entre servidores varios, y en lo que llevamos de 2025 encuentro otros tantos. Sin necesidad de ser Sherlock Holmes, todo apunta a que el tema está bastante candente en nuestras queridas islas.
Tras una tristísima conversación y un artículo sin otro objetivo que seguir dando difusión a la situación de tantas y tantas familias y núcleos familiares vulnerables, o no, que se ven afectados por el abusivo precio de los alquileres, entre otras problemáticas, decido recabar más información y tratar de obtener datos concretos sobre el número aproximado de casos de desahucios en Ibiza, así como el perfil familiar y otros datos de absoluto interés, tal y como está el panorama.
Y ahí empieza mi periplo. Lo primero que pensé fue en iniciar un acercamiento a los Servicios Sociales de los Juzgados de Ibiza, siendo ellos quienes dictaminan, en primera instancia, si el desahucio procede o no. Cuál fue mi sorpresa cuando me comunicaron muy cortésmente que, «debido a un cambio legislativo, las competencias en materia de atención a familias en situación de vulnerabilidad y el control y puesta en marcha de las medidas de protección son los Servicios Sociales Comunitarios Básicos”. Es decir, que me pusiera en contacto con los Ayuntamientos o el Consell.
No hay problema, pensé sin desistir. Previsora, había pedido también información a la Policía Nacional de Ibiza, que me derivó al Gabinete de Comunicación y Relaciones Informativas de la Jefatura Superior de las Illes Baleares. Segunda negativa. “Referente a la entrevista solicitada, por nuestra parte no procede intervención ninguna ya que actuamos como apoyo a la comisión judicial, bajo requerimiento, que es la que dispone el desahucio”, fue su respuesta, de nuevo señalando a los Juzgados.
Cabezota y decidida, continué con mi andanza y puse rumbo al Consell, cavilando sobre las posibles competencias que debiera o debiese tener el área de Bienestar Social, desde donde, con un swing perfecto, se me desvió a los Ayuntamientos.
Un poco exhausta, he de reconocer, me enfilé al Consistorio de Vila, convencida de que por fin había llegado a mi destino. Entrevista de por medio con la responsable del área de Bienestar Social del Ayuntamiento de Ibiza, mi frustración continuó en aumento cuando, sin verlo venir, me comunicó que “no hay cifras ni registros desde el Ayuntamiento” y que “es competencia de los Juzgados”.
Insistente como soy, me puse en contacto directamente con el área de prensa del Govern, desde donde, tras escuchar parte de mi andanza, una de mis compañeras de comunicación —a quienes no culpo por hacer su trabajo— no pudo más que contestarme: “Me sabe fatal, pero no es nuestra competencia”.
Tras innumerables loopings, cambios de rumbo, retrocesos y escaqueos varios, en este juego confuso de ‘Escaleras y serpientes’, ahora… ¿por dónde sigo?