Dentro de unos años —no sé cuántos, ojalá pronto— los habitantes de este planeta no podrán dar crédito al hecho de que hoy, en 2024, en la mano de niños de 7 u 8 años hay disponibles millones de vídeos pornográficos en los que se maniata a mujeres, se las abofetea a mano abierta y se las zarandea como muñecas; vídeos en los que se las escupe, en los que se simula una violación mientras un hombre grita ‘zorra’, ‘puta’.
Estamos en 2024 pero nuestros niños se están educando con una violencia sexual normalizada y nosotros, los adultos, normalizamos que esté al alcance de cualquiera excitarse con el maltrato sexual hacia las mujeres.
Hay adolescentes que están teniendo sus primeras relaciones sexuales con parejas que están tomando el porno duro y la violencia sexual como referente. Como la manera de tener relaciones sexuales. Niñas que cuentan que en su primera experiencia sexual o posteriores las han asfixiado (sexual choking) o las han abofeteado sin conmiseración alguna. En resumen, relaciones sexuales (si es que así se les puede llamar), donde no hay atisbo de un mínimo respeto, afecto o empatía alguna por lo que la otra persona está sintiendo; buscando solo el placer propio inmediato a través del poder, la dominación y la violencia.
Esto que relato aquí es una monstruosidad que hemos normalizado; una monstruosidad que practican en la vida real no monstruos sino personas reales de carne y hueso, menores y adultos: nuestro suegro, nuestro hijo, nuestro vecino, nuestro jefe, nuestro cliente. Ese político que predica la igualdad; ese otro político de misa y padrenuestro.
Esta monstruosidad exige medidas inmediatas.
Bienvenidos sean los talleres de educación sexual en los centros educativos, pero no son suficientes cuando se está luchando contra un auténtico coloso como es Internet, conectado 24 horas al smartphone que llevan en la mano niños y adolescentes (si el móvil de tu hijo tiene control parental, descuida, que el de su amigo, no). Hablo de menores, pero el impacto en adultos es también tremendamente preocupante.
Las páginas de contenidos pornográficos practican autocontroles muy laxos y no han tomado las medidas suficientes para detener esta monstruosidad que ellos han fomentado y creado y de la que son perfectamente conscientes. ¿Ustedes se imaginan páginas web de acceso libre en las que se maltratase a niños, ancianos, animales? Esos contenidos, que seguro que existen en la Darknet, serían impensables en la Clearnet. En cambio, hablando de humanas, se permite lanzar a la web abierta vídeos de violencia extrema como si fuera lo mismo ver eso que un reel de gatitos y una serie de HBO.
Por favor, que a nadie se le ocurra decir ahora que la diferencia está en que las mujeres que aparecen en esos vídeos han consentido y cobrado por salir en esas escenas. Les invito a que investiguen sobre violaciones en el porno, abusos sexuales dentro de la industria, uso de sustancias estupefacientes, vídeos amateurs fuera de cualquier control de la industria legal y explotación sexual, por no hablar de suicidios y problemas mentales entre actrices del sector. Que una mujer cobre y consienta rodar una escena así no es un argumento de nada. Que una persona acceda a hacer algo por dinero no lo legitima.
Los datos de la OMS son claros al respecto: una de cada tres mujeres han sufrido algún tipo de violencia sexual a lo largo de su vida (datos de 2021), repito 1 de cada 3, y ya hay varios estudios que vinculan porno duro con violencia sexual* entre los más jóvenes, porque emulan los contenidos que ven. Obviamente este no es el único problema ni el único foco, ya que la violencia sexual está presente antes de la aparición del porno y forma parte de algo más general, estructural y cultural. El hecho de ver porno hardcore no es lo único que nos tiene que preocupar pero sí que lo hagan niños y adolescentes que, hasta hace relativamente poco, jamás habrían tenido acceso a contenidos como esos. Si nuestros gobiernos fueran valientes y conscientes de lo que esto supone, tomarían de inmediato medidas como bloquear por completo el acceso a estas webs mientras no eliminen contenidos de violencia sexual, ya que no tienen controles reales de acceso a menores de edad. Sí, candado total. Como el que cualquier persona propondría a una web que contuviese vídeos de violencia y exaltación del maltrato a niños, ancianos, animales…
La aplicación para bloquear el acceso de menores a pornografía que prepara el Gobierno no impedirá la entrada de un menor a ninguna de las webs porno más visitadas, ya que la app solo afecta a webs con sede en España. Solo tres de estos diez portales porno más vistos acumulan casi 6.000 millones de visitas mensuales, unas 135.000 por minuto. Lo que da una dimensión del alcance. El 70 por ciento de los adolescentes en España ve porno habitualmente y uno de cada cuatro consume porno violento. Consume mujeres maltratadas sexualmente. Los propios adolescentes reconocen esa influencia, «llegando, además, a expresar interés en imitar escenas vistas, admitiendo también haber llevado a la práctica escenas de algún video pornográfico» (Estudio de Save the Children, 2020). Y aquí estamos, cruzados de brazos mientras estos niños aprenden a golpear, humillar y maltratar sexualmente a las mujeres a la vez que comen la merienda junto a los columpios del parque.
*Consumo de pornografía y normalización de conductas violentas en las relaciones sexuales de los jóvenes. Atlánticas. Revista Internacional de Estudios Feministas, 9(1), 1-26. doi: https://dx.doi.org/10.17979/arief.2024.9.1.9401 de Carolina Muñoz Villanueva, psicóloga jurídica y forense especializada en criminalidad e intervención social con menores.