Imagino la sobredosis de bilis que rezuman estos días los hígados de todos los empresarios que aspiran a la concesión de un kiosco de playa en Formentera y que siguen en ascuas, mientras contemplan la patética farsa interpretada por el presidente del Consell y la cuadrilla de confabuladores que tiene por subordinados. Cuántas paladas de tiempo y energía llevan ya enterradas en sus estériles cuitas de patio de colegio, mientras la institución se sume en el esperpento y nadie atisba un final a la crisis política de origen más estúpido que se recuerda.
Hace sólo unos días, el presidente Llorenç Córdoba escenificó la vuelta al redil del pacto de gobierno, solicitando al PP recuperar el escaño número 39 del Parlament balear, que era el que ocupaba previamente a la crisis y que había abandonado por despecho. La butaca se sitúa a la vera de Margalida Prohens y sus subalternos, y con dicha aproximación física Córdoba ha pretendido demostrar a su anonadado electorado que él y el PP vuelven a ser amiguis. Qué bonito y qué breve.
Me pregunto si ahora que Córdoba acaba de dar la patada al presidente del PP de Formentera, José Manuel Alcaraz, como vicepresidente tercero de su gobierno y conseller de Promoción Económica y Administración Insular, emigrará otra vez hacia graderíos más discretos o será el propio grupo popular quien se ocupe de enviarlo al gallinero. Este ridículo juego de la silla que se trae entre manos el mandatario constituye, en todo caso, una afinada metáfora del personaje, sus principios y prioridades.
La crisis ha vuelto a agudizarse esta semana, al hacerse público que Córdoba ha ampliado su círculo de confianza, incorporando nada más y nada menos que a Cándido Valladolid, letrado de Bienestar Social y Vivienda, que además de continuar desempeñando este mismo trabajo, asesorará al presidente, con una retribución extra de 1.200 euros mensuales.
Como a la ópera bufa aún le faltaba pimienta, Córdoba ha apostado por fichar a Valladolid. Dado el surrealismo mental que exhibe el presidente, me pregunto si lo ha hecho porque su nuevo asesor también luce una capital de provincia en el apellido. En la soledad del poder y asediado por oscuras maniobras e intrigas, tal vez ande buscando complicidades con desesperación, por rebuscadas que nos parezcan.
Sorprenden los paralelismos porque, en su momento –septiembre de 2004–, Cándido Valladolid senior protagonizó un desatino igual de lamentable, cuando, según insinúa la hemeroteca, la ejecutiva de su partido, el PREF, se le rebeló en respuesta a su prepotencia y altivez. Dicha formación gobernaba la isla en coalición con PP y GIF, ejerciendo como alcalde Juanma Costa y con Valladolid senior al frente de la concejalía de Turismo.
Cuando se quedó prácticamente solo, salvo por un puñado de familiares y amigos, el progenitor del actual asesor tildó a quienes le habían traicionado de “cobardes” y de haber entrado en política “para defender obras de dudosa legalidad o colocar primos”. A Córdoba se le han rebelado sus consellers de Sa Unió porque, según la versión de éstos, exigió a Margalida Prohens un sobresueldo de 3.000 ó 4.000 euros, palmo más o palmo menos, como en los chistes. El presidente, sin embargo, acabó declarando que la maniobra en su contra respondía a “intereses económicos y personales de algunas pocas personas de Formentera, a costa de la propia isla” y añadió que dicha conspiración existía desde los orígenes de su presidencia.
La consecuencia de aquel enfrentamiento de hace dos décadas fue que los votantes acabaron mandando a la derecha a la oposición durante 18 años. Ahora que ésta ha recuperado el poder a través de la coalición Sa Unió, la historia se repite. Y mientras tanto, la casa sin barrer y los problemas que afectan a los ciudadanos sin solucionar.
De confirmar a la prensa el fichaje del nuevo asesor personal se ocupó el propio Alcaraz, dando un martillazo definitivo al último clavo en la tapa de su ataúd como gestor político del Consell. Se pone punto y final a la infumable pelea de gallos en el seno del gobierno de Formentera, pero la guerra seguirá hasta que toda esta caterva de impresentables se termine de cocinar en su propia salsa.
La destitución aún debe hacerse efectiva, pero, al parecer, implicará que el presidente asuma las competencias de Alcaraz; es decir, que además de llevar Sector Primario y Litoral, se ocupará de Promoción Económica y Administración Insular, sin dejar de ejercer como diputado. Algunos funcionarios han declarado que Córdoba no va a poder asumir tal acumulación de tareas, ahondando aún más en el desgobierno y caos que se vive ahora mismo en el Consell, donde cuatrocientos funcionarios andan como pollos sin cabeza.
Los votantes de la isla quedan ahora emplazados a la siguiente escena del vodevil, que, por ejemplo, puede consistir en la expulsión de Verónica Castelló, ya amenazada en la primera fase de la crisis, que ejerce como vicepresidenta primera y consellera de Movilidad y Gestión Ambiental, y que a la sazón es pareja de Alcaraz, en esta vergonzosa endogamia que gastan nuestros políticos con el mismo énfasis que en otras latitudes.
Veremos cuánto se prolonga el despropósito, pero me temo que en el Consell ya se han acostumbrado a respirar y sobrevivir en esta atmósfera tóxica. El ejecutivo de Formentera lo conforma un gobierno de zombies, cuyos políticos ya están muertos y enterrados. Un “formentierro” del que todo el mundo parece consciente menos ellos. Será eso o que, por insólito que nos pueda parecer, les compensan el sonrojo y convertir la gestión de la institución en una ciénaga, con tal de seguir en la poltrona y recibir a fin de mes una nómina del erario público.
Insisto en que van a tener que venir de fuera a arreglar el desaguisado. Con esta cuadrilla de mercachifles al timón, Formentera navega rumbo a la parálisis.
Reir por no llorar… Pobre formentera