Me desconcierta y hasta preocupa levemente la intención manifestada estos últimos días por ¿el ex socialista? Toni Roldán de crear un nuevo partido para Eivissa de carácter insularista, que es un nuevo paso atrás en el viejo sueño de la unión de la izquierda pitiusa en un solo bloque capaz de convertirse en alternativa de gobierno. La progresía no sólo no se une, sino que está ahora absolutamente atomizada, dividida en miles de partículas autónomas unidas sólo por la común obsesión por su propio ombligo. No es que el partido gobernante haga concebir grandes esperanzas de cara al futuro. Una vez llamé ‘el Impasible’ a Vicent Serra, actual presidente del Consell, y así me sigue pareciendo. Con todo lo que está cayendo, con la humillante goleada que le están colando en todos los campos, especialmente en Mallorca, el máximo mandatario ibicenco sigue con el mismo ademán de indiferencia, de «yo pasaba por aquí» y de «este toro tiene los cuernos demasiado grandes para enfrentarme a él».
Ante este panorama, cero patatero para los equipos de gobierno surgidos de las últimas elecciones y una nota no superior para sus respectivas oposiciones, la pregunta del millón de euros es si lo que necesitan las Pitiüses es un nuevo partido, por muy insularista que se declare su fundador si no es para sembrar nueva confusión en un electorado que camina ya unos metros por arriba de la indignación ante tanta incompetencia, siquiera para solucionar sus guerrillas internas. Especialmente cuando se trata de un político caído en desgracia en su partido-madre, el sufrido PSOE, que no consigue salir ni a trancas ni a barrancas de sus conflictos intestinos, dejando infinidad de cadáveres en el camino. Al menos yo no consigo entender cómo puede salirse de una formación política que tiene a gala el españolismo como bandera para crear acto seguido un partido insularista.
Cierto que hay algún precedente en nuestra historia reciente, el gran Enric Ribes abandonó voluntariamente el PSOE, por el que fue diputado en el Parlamento español, para fundar ENE, partido de clara y declarada vocación nacionalista amén de ecologista. Los resultados no han sido ciertamente alentadores para ese eslabón aún no encontrado de la izquierda. Porque quizá no se han planteado Toni Roldán y sus seguidores la delgada línea roja que puede separar el insularismo del nacionalismo del independentismo, con lo delicada que resulta esta cuestión. Cada uno tiene una respuesta pero, lamentablemente, no coincide ninguno. Que vuelvan, todos, cuando hayan resuelto este y otros asuntos de impostergable urgencia. Hay vida más allá del ombligo propio.