¡¡Un paseo marítimo!! Decenas de ingenieros, técnicos, arquitectos y tal vez centenares de operarios pensando durante varios años cómo adecentar la fachada del puerto de Eivissa, y de esa tormenta de ideas surge la brillante idea de … escandalícese el lector, por favor,… un paseo marítimo. Si el puerto de Eivissa fue un paseo marítimo toda la vida hasta que la Autoridad Portuaria metió las zarpas en él para robarle espacios al mar y al paseo para colocar porterías para conductores, casetas de vigilancia, y, dolor sobre dolor, vallas casi electrificadas para peatones traídas expresamente desde Mathausen y demás elementos de tortura visual. Hasta el punto de que Eivissa tiene el único puerto del mundo desde el que no puede verse el mar. Casi podría ser un puerto de montaña. Paradójico, cuando no absurdo. Simultáneamente se fue dejando degradar toda la zona de viviendas, deshabitadas ya casi todas por el exceso de permisividad en la oferta lúdica en que se convirtió el lugar a partir de los años setenta y que la hizo invivible para sus residentes de toda la vida.
Y ahora quiere embellecerse de nuevo con ¡un paseo marítimo!, la más vulgar y manida de las soluciones para un espacio que tiene una historia y una idiosincrasia propia que se ha ido dejando desaparecer a una velocidad feroz. De un tiempo a esta parte Eivissa y también Formentera se han ido llenando de paseos marítimos, todos iguales a sí mismos y, lo que es peor, iguales a todos los que existen en todas las zonas costeras, desde Andalucía hasta Catalunya. Todos con sus ladrillos de color de rosa, sus palmeras, sus parterres de flores, sus bancos de madera para que los hooligans duerman la mona y, sobre todo, muchas terrazas más de bares para que la pillen (la mona).
Todo muy vulgar y uniformante hasta el aburrimiento. Le pones hoy a cualquiera una venda en los ojos y se la quitas al llegar al sitio elegido. La víctima no podrá saber si se halla frente al paseo Juan Carlos I, en Santa Eulària, es Pujols, Sant Antoni o Benidorm. Justo lo que necesita Eivissa, la definitiva despersonalización. Incluso es posible que el nuevo plan-disparate para la remodelación del puerto de Vila se haya pensado en crear una playa artificial detrás del Muro y prolongarla hasta s’Aranyet. Para compensar la pérdida de la Platja des Duros. Ya se hizo en Santa Eulària algo parecido ¿o no? Es Moll fue siempre un lugar íntimo, chiquito, de grandes alegrías cuando llegaba alguien querido en el vapor y de grandes penas cuando se marchaba. Todas estas emociones se celebraban después con un chocolatito caliente en Can Garroves o con un vermú en el Casino. Luego un paseíllo hasta es Cap des Muro, donde nacieron grandes amistades y se consolidaron muchos amores. Todo muy íntimo, muy familiar y entrañable. Un paseo marítimo al uso le sentaría a este lugar como a un Cristo dos pistolas. ¿De verdad no da más de sí la imaginación y la creatividad de la Autoridad Portuaria? Qué crisis de valores.
Hola,
me llamo Laura Mestre Vives y vivo en Alemania. Soy la hija de Rosa Vives Cerdá que es hermana de Ana Vives Cerdá, tu madre. Por lo tanto soy tu prima hermana. Nuestras madres perdieron el contacto que me gustaría reanudar. Si quieres me escribes y te cuento más. Me alegraría un montón.
Saludos
Laura