“¿Sabes de algún sitio normal para comer en Ibiza, con precios normales?”, me pregunta una amiga que no suele frecuentar Vila. Otra me explica que ¡por fin! ha encontrado un gimnasio normal y “¡con gente normal!”, recalca. “¿Sabrías de un piso a precio normal?”, me pide una conocida que se plantea mudarse desde la Península… pero que muy probablemente no lo haga precisamente porque no encuentra vivienda.
La normalidad, hay que decirlo, ya es un bien escaso en Ibiza.
La normalidad escasea no solo en los precios (ridículos), sino también en la gente (esperpéntica). No debería ser normal ir a un gimnasio y compartir mancuernas con matones de seguridad de las villas-discoteca, dealers y escorts entrenando para su temporada alta (la búsqueda ‘escorts ibiza’ en Google arroja 3,7 millones de resultados). “Yo solo quiero ver gente normal”, me dice la amiga que abandonó el gimnasio del postureo para irse a uno público. Ver cuerpos normales. Algo tan sencillo como eso.
Las carnes flácidas y las arrugas ya solo están bien vistas en esta isla si son las que pagan la balinesa y el champán. Entonces se les perdona la edad y la decadencia física. Plata o plomo, diría Pablo Escobar. Belleza o riqueza, te dicen en la puerta tras el cordón de terciopelo. Si no tienes ninguna de las dos cosas, a la calle.
Y, no, cuando hablo de normalidad no estoy hablando de uniformidad ni de aburrimiento. Pocos lugares en el mundo tan excéntricos, variopintos, divertidos y cosmopolitas como los bares de pueblo normales que quedan en esta isla, en los que conviven guiris, nativos, nouvinguts y personajes que llevan aquí no se sabe ni los años. Personas con conversación, con vida, con chispa. De aspectos físicos muy variados. De edades que abarcan todo el espectro. Normales.
Empiezan a escasear en Vila las calles normales. Sí, esas con negocios de toda la vida y con otros que van cerrando para abrir nuevos, como ha pasado siempre. Perfecto. Pero no. En Ibiza tampoco eso es normal y nos encontramos con negocios que cambian cada año a golpe de ‘se alquila’, ‘se traspasa’ o ‘se vende’, ya sea por los precios desorbitados de los locales o porque el comercio o restaurante de turno estaba ahí para blanquear dinero y, acto seguido, pirarse de la isla antes de levantar demasiadas sospechas. Negocios de quita y pon que están convirtiendo a Vila en un gran escenario, donde hay atrezzo y decorado pero no una ciudad real. «Ya no reconozco nada», me dice un amigo mientras paseamos entre franquicias y carteles de ‘se traspasa’.
¡Normalidad!, pedimos, imploramos, casi gritamos: Ibiza, normal destination! Make Ibiza ordinary again!
¿Es mucho pedir que los trabajadores puedan permitirse alquilar un piso normal? ¿Que no tengan que vivir en autocaravanas o cuchitriles? ¿Hemos asumido que hay turistas que aman Ibiza y que nunca podrán volver a veranear en la isla porque no se lo pueden permitir? ¿Es una quimera querer salir a cenar sin gastarse una fortuna? ¿O que familias con sus niños puedan convivir con un turismo joven que no necesite rebozarse en ketamina, MDMA o acabar en coma etílico para pasarlo ‘bien’? ¿Es tanto pedir? Pues sí. Lo es.
Cuando ser normal o pedir normalidad ya es considerado remar a contracorriente, poco o nada bueno se puede esperar de lo que deje en la isla esta marea de anormalidades en las que vive sumida.
Laura Ferrer Arambarri
Es el mercado, amigo, ke diría Rato, es lo ke tiene solo querer beneficios y ganancias pasando sobre la explotación de recursos, saturación, y todo tipo de excesos sin sostenibilidad ninguna. Abuso del consumo del agua, atascos en carretera y retrasos del bus, carestía de productos, tardanza y falta de pruebas en sanidad pública, sin visitas de especialista ke como me dijo la médica fiamiliar, mejor va al privado. Vivienda inaccesible. Y la Prohens haciendo reuniones con los judíos para ratificar su apoyo al terrible holocausto de hace 80 años y lo malos ke son los de Hamas. En plena actuación fascista sin opinar del genocidio actual contra los palestinos, 10000 niños asesinados y ella de sonrisas.
Es lo ke tiene la normalidad de las derechas. Nada de ecologismo, sostenibilidad, mirar x los trabajadores, ke la sanidad pública y educación funcionen bien, ke haya viviendas publicas en fin, aquí todos somos ricos o chorizos, habrá ke vender farlopa en las discos para llegar a final de mes con la pensión o meternos al PP y a chupar del bote.
Si,por favor. Que vuelva la normalidad. Esto no pasará hasta que se ponga orden en los alquileres ilegales. Son cientos las viviendas que se alquilan en verano ilegalmente. Grandes y pequeñas. Y no pasa nada.
Es un tremendo negocio que además de ser competencia desleal para los que lo hacen bien y legalmente, encarece la vivienda en general y no paga impuestos ni seguridad social. El dinero fresco se lo llevan a final de verano para gastárselo en otro sitio más barato o lo reinvierten construyendo mas y mas villas para aumentar el negocio.Es una lacra que nos lleva al desastre. Cabe preguntarse por que esto se permite año tras año, quien sabe que intereses ocultos hay en ambos bandos políticos…. Normalidad, por favor!!!
Tienes mucha razón, o se pone coto a los alquileres turísticos ilegales o esto no tiene solución.
Inspectores a la calle , multas ejemplares y precinto.
Almenys, a Eivissa, teniu inspectors, perquè a Formentera nanai!
… I quan en tinguem un, com a molt, serà un «enxufadet» de la vida que acabarà amb les butxaques plenes per mirar a una altra banda i «deixar fer» 🤷♂️
Los inspectores que tenemos en Ibiza hacen lo mismo que los que vosotros no tenéis.