Ha vuelto a Ibiza el gran circo de la época medieval y una vez más parte de una premisa equivocada, ya que olvida que el evento que se quiere conmemorar: la denominación de Patrimonio de la Humanidad de Dalt Vila, rigurosa e históricamente identificada como un ejemplo único e íntegramente conservado de recinto amurallado del Renacimiento. Este evento, no obstante, consigue bloquear y violar la tranquila vida de Dalt Vila, una isla dentro de una isla.
Obviamente, los organizadores deben movilizar desde la Península un enorme aparato escénico. Y me surge una pregunta de forma espontánea: ¿No sería más interesante, a través de una pequeña investigación, intentar recrear lo que sucedía en todos los pueblos de la isla en el Renacimiento, ofreciendo la posibilidad a todas las localidades (Santa Eulària, Sant Mateu, Sant Anton…) de promocionarse a través de esta reconstrucción histórica? Este gran escaparate autóctono ofrecería unos beneficios que se distribuirían y se quedarían en Ibiza, una isla notoriamente polifacética y diferenciada en su oferta.
El recorrido que se propone en la Feria Medieval discrimina totalmente muchas áreas de Dalt Vila, donde todo el mundo se ve obligado a respetar la ‘invasión medieval’ y a esperar que termine para poder recuperar su legítimo ritmo de trabajo.
Hay que decir también que el recorrido que se propone en la Feria Medieval discrimina totalmente muchas áreas de Dalt Vila, donde todo el mundo se ve obligado a respetar la ‘invasión medieval’ y a esperar que termine para poder recuperar su legítimo ritmo de trabajo que proporciona la afluencia de público a la parte histórica de Ibiza. Y también hay que subrayar el enfoque a la Ibiza histórica se desvanece pasada la fiesta, cuando se regresa a la dejadez y el abandono por parte de las Autoridades: regresa la suciedad y la anarquía en el uso de los espacios públicos, asaltados por comportamientos irrespetuosos, que se saltan las ordenanzas municipales y nadie se preocupa por que se respeten. Si nos fijamos en los edificios, por ejemplo, notaremos que hay fachadas deterioradas e incluso a punto de caerse.
Lamentablemente, la Feria Medieval no es un evento popular sino un evento populista, en el que mucha gente utiliza la calle como si fuese el patio de su casa. Los beneficios se los llevan quienes vienen de fuera a montar el espectáculo y que el domingo, con el bolsillo lleno, regresan al barco y hasta la próxima, sin olvidarse de dejar en Dalt Vila muchas cosas, aunque nunca el rendimiento, que viajará con ellos de vuelta a sus casas peninsulares.