Imagine que a una señora de 73 años que cruza un paso de peatones, un coche la atropella, la arrastra 15 metros y la deja ahí sobre el asfalto. La conductora ni siquiera se baja del vehículo para comprobar si aquello que acaba de arrollar es un ser vivo o un perro, si está viva y necesita ayuda, o directamente está más muerta que Raska-yú. Se larga a toda prisa del lugar del crimen para que cuando llegue la Guardia Civil no le hagan soplar ni le metan el bastoncito en la boca para coger saliva y averiguar si conducía borracha y/o drogada. Se va a su casa, deja el coche aparcado en la puerta con todo el parabrisas destrozado y se mete en la cama a dormir como si tal cosa. Sigamos imaginando que cuando llegan los guardias de atestados de Tráfico a su casa, le despiertan, le hacen la prueba de alcohol y drogas, le detienen, le meten en el calabozo y al día siguiente le conducen ante el juez. Y después de todo eso y pese a tener todas las pruebas e indicios de la comisión de esa colección de delitos, el juez de guardia le retira el carné de conducir y le deja en libertad. ¿Es eso lógico y normal? Pues en Ibiza es el pan nuestro de cada día. Da igual cuando lea usted esto.
El juez podría enviarla a prisión preventiva, al menos unos cuantos días, con el pretexto de que hay riesgo de fuga, o para que no se destruyan pruebas, qué sé yo. Lo hacen cuando quieren. Pero en este tipo de asuntos, con eso de que es un accidente, acostumbran a ser más benévolos que en otros casos. Es como si se viniera a decir: le puede pasar a cualquiera. Pero el acusado o acusada, ha acabado con la vida de otra persona, de una forma tan cruel y despiadada, tan inhumana, tan sin escrúpulos, que cuesta aceptar que la Justicia no haga nada más que retirarle el carné de conducir, hasta que haya juicio, dentro de un año y medio o dos años, que eso ya se verá.
Si hacemos la lista de casos en Ibiza de atropello de un conductor borracho y drogado que luego se da a la fuga en los últimos años, se comprobará que lejos de ir a menos, cada vez suceden con mayor frecuencia. Y quizás sea porque la Justicia acostumbra a ser condescendiente con los protagonistas de estos crímenes abyectos, que destrozan familias sin el menor remordimiento.
Las leyes castigan con severidad a los delincuentes viales, pero los jueces y fiscales raramente se muestran severos e inflexibles con ellos. Y en Ibiza aún más. Me pregunto por qué. Resulta indignante.