Hemos dejado atrás un mes, abril, de récords. Metas alcanzadas que nos van a dejar, nuevamente, situaciones y consecuencias a las que deberemos adaptarnos. Los principales hitos conseguidos no se refieren a datos económicos sobre sectores a los que estamos acostumbrados, sino que son los registros de emisiones del dióxido de carbono (CO2) y la temperatura de mares y océanos. Nuevamente, hemos sobrepasado los registros de CO2 que se habían obtenido y las temperaturas registradas del agua de mares y océanos han sobrepasado durante la primera semana de dicho mes los 21 grados (NOAA, 2023).
En la pitiusa mayor, por el contrario, hemos sido testigos de toda una “proeza” —atendiendo las noticias publicadas— la llegada de tres cruceros que se ha calificado de todo un “éxito” al poner de manifiesto que es posible gestionar la llegada de miles de turistas. Sin embargo, teniendo en cuenta este argumento o posibilidad, la gestión de todo lo que conlleva, debemos de poner el foco de atención en un aspecto prioritario, el daño ambiental generado (conocidos como impactos ambientales, al no contemplar, únicamente, como daño las infracciones que puedan darse al medio ambiente).
La contaminación de este tipo de medios es de gran complejidad y su determinación depende de diversos factores y variables. Estamos frente a ciudades flotantes, con todo lo que ello conlleva. Uno de los principales focos de contaminación son los residuos generados que sí se conoce su clasificación, por ejemplo, las aguas residuales que contienen fosfatos y otras sustancias que pueden alterar el equilibrio de ecosistemas marinos. También las aguas fecales, aguas de sentina (para reparación o mantenimiento) o aguas de lastres que se emplean para dotar de estabilidad a este tipo de embarcaciones.
A todo ello, hay que sumar diversos contaminantes químicos y clasificados como muy tóxicos donde se pueden encontrar restos de productos farmacéuticos o de productos químicos empleados en los servicios de tintorerías. En cuanto a las emisiones que generan, no podemos obviar que el tipo de combustible empleado es mucho más contaminante que el de otros medios de transporte y su consumo puede puede ser equivalente a miles de vehículos . Por ese motivo las emisiones contienen gran cantidad de gases que interfieren en las medidas empleadas para poner freno al calentamiento global y el cambio climático. Óxidos nitrosos, dióxido de azufre y monóxido de carbono se suman alta conocido CO2 pero, también se produce algunos gases de hidrocarburos policíclicos y otras partículas que llegan a la atmósfera, sin contar con las emisiones del tratamiento de residuos que se puede dar en algunos de estos barcos, como los procesos de incineración.
Las Illes Balears se han situado como una de las comunidades que más están haciendo para hacer frente a la crisis climática, en general, con instrumentos normativos de gran impacto que, incluso, se han trasladado a otras comunidades y también a nivel estatal. Sin embargo, carece de sentido no disponer de una política común consensuada y basada en los datos empíricos que la ciencia puede aportar en esta cuestión. La limitación de entrada de vehículos ha sido una cuestión que ha empezado a ser planteada demasiado tarde. Sin embargo, la gestión de los cruceros en un territorio de tanta fragilidad y vulnerabilidad como las islas Pitiüses debería ser una prioridad para todas las administraciones. Debiendo realizar un análisis holístico donde se priorice la conservación y protección de ecosistemas desde un enfoque integral. No podemos obviar que según la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) los vehículos no de han de superar los 104 g/km de CO2 por persona y la huella de carbono de los cruceros supera la de 12.000 vehículos al día, por lo que atendiendo a estos datos conviene que abordemos esta cuestión de forma prioritaria y con urgencia. Estas cuestiones han sido puestas de manifiesto desde hace tiempo por los científicos e inclusive, afectando a cuestiones de salud pública, llegando a calificar a este tipo de actividad turística de un riesgo potencial para la salud física y mental de las personas y una fuente importante de contaminación de mares y océanos (Lloret y otros., 2021).
En un momento de crisis planetaria donde hemos sobrepasado seis de los nueve límites que la ciencia ha indicado que deben de ser respetados para garantizar el equilibrio del planeta, son necesarias políticas públicas que atiendan al interés de todas las especies, pues como se ha evidenciado están todas interconectadas. Nuestra sociedad depende de la calidad y el buen estado ambiental del Mediterráneo y el modelo socioeconómico implantado precisa de esa garantía para poder seguir ofreciendo una oferta turística diferenciada de otros territorios. Sin embargo, no servirán las medidas ya implantadas en nuestra comunidad si no se continúan haciendo esfuerzos en continuar ese enfoque integral en la protección ambiental de los mares.
Para alcanzar ese objetivo precisamos de políticas multinivel que pongan el freno a las presiones antrópicas que están asfixiando a los ecosistemas acuáticos de tal forma que puede poner en peligro todo el modelo hasta ahora conocido. Donde la participación de todas las administraciones es necesaria, e inclusive, debería ser una cuestión prioritaria. Es necesario conocer los límites existentes en un territorio tan vulnerable en la actual crisis climática como son las islas Pitiusas y por ello, debemos plantear medidas sólidas basadas en ese conocimiento científico para poder revertir la situación. Siendo, además, necesarias medidas de reparación y restauración de los daños ecológicos ya detectados por nuestras actividades, pero ese será otro debate, en este punto conviene volver a reclamar esos límites necesarios para poder dejar algo de esperanza a los más jóvenes.
Bingo
En la limitación, en la regulación y en la modernización de las ciudades marítimas està la clave
Abrir los ojos
Totalmente de acuerdo, se tiene que cuidar por Erica, pero para los que prioricen la economía, han de saber, que destrozando nuestro medio la están boicoteando
Te felicito por tu artículo y hacernos ver cuando no miramos