Defina inteligencia.
Si le ha costado no debe extrañarle, alguna razón tendrá que haya sido una de las palabras cuya interpretación más ha variado en su historia. De hecho, en la actualidad se incluyen hasta 8 acepciones diferentes en el diccionario de la RAE, y ninguna de ellas es la comúnmente aceptada entre los científicos, quienes, actualmente, la cuantifican prácticamente en relación al tamaño del cerebro, aunque empiezan a sopesar que en realidad no se encuentre distribuida por todas las células del cuerpo, algo que me parecería muy lógico, pues le daría al cerebro la función que le corresponde, la de CPU o reloj.
Extraído de la RAE en una «Redacción propuesta» para un «Artículo enmendado» en un «Avance de la vigésima tercera edición»:
1. f. Capacidad de entender o comprender.
2. f. Capacidad de resolver problemas.
3. f. Conocimiento, comprensión, acto de entender.
4. f. Sentido en que se puede tomar una proposición, un dicho o una expresión.
5. f. Habilidad, destreza y experiencia.
6. f. Trato y correspondencia secreta de dos o más personas o naciones entre sí.
7. f. Sustancia puramente espiritual.
8. f. servicio de inteligencia.
Parece que su definición haya ido adaptándose a los tiempos a medida que crecía el desconcierto, puesto que, cada una de ellas ha ido refutándose al encontrarnos con animales que cumplían con la definición, pues, según el creacionismo, somos los únicos dotados con ese don. Esto es falso, la inteligencia no es una propiedad, sino una magnitud, y como tal, todos los seres vivos la tienen, en mayor o menor medida.
Estamos ante una de aquellas palabras destinadas a no describir más que la profundidad de nuestra ignorancia. Al igual que «geocentrismo», nace de nuestra demostrada incapacidad para dar sentido a lo que nos rodea; una utópica descripción basada en el egoísmo y que no llegaremos nunca a definir por inexistente. Una palabra que explica aquello que no comprendemos como si lo hiciéramos, sustituyendo de forma digna y elegante, la desidia del aprendizaje.
La sociedad actual está supeditada a las máquinas, tenemos que reconocer que sin ellas perderíamos una extensión importante de nuestro carácter y habilidades. Socialmente, la tecnología es nuestro hijo intelectual. Nuestra dependencia, más que importante, se está convirtiendo en fundamental. Su avance nos lleva a plantear una cuestión: ¿Qué ocurrirá cuándo las máquinas alcancen una inteligencia, por definición, superior a la de la especie humana?
Es evidente que las máquinas carecen de sentimientos, la pregunta es: ¿los necesitan? Un juez se basa en una serie de acontecimientos estructurados para tomar una decisión, de forma que, en ella, no puedan influir sus sentimientos. Por lo tanto podemos suponer que para dirigir el mundo los sentimientos no son tomados en cuenta, basándonos exclusivamente en datos objetivos, en realidad es el mismo proceder que el de la naturaleza, aunque un tanto magnánimo.
En la actualidad se trabaja en el ordenador cuántico, se trata de una máquina que aprovecha el estado cuántico de un electrón para almacenar la información, esto se traduce en tres variables en lugar de las dos actuales. De tener unos y ceros, pasamos a tener unos, ceros y ambos simultáneamente (tres estados), convirtiendo el bit en qubit y proporcionando una capacidad de operaciones exponencial con respecto al número de qubits.
Para hacerse una idea del gran avance, un computador cuántico de 30 qubits equivaldría a un procesador convencional de 10 teraflops (10 millones de millones de operaciones en coma flotante por segundo), cuando actualmente las computadoras trabajan en el orden de gigaflops (miles de millones de operaciones).
En muy poco tiempo, cuánto este tipo de máquinas esté funcionando, estaremos frente a una inteligencia muy superior a la nuestra, cuya capacidad de proceso oscila entre los 1.000 y los 100.000 teraflops. Nuestros ordenadores actuales están prácticamente a nuestra altura y no indican signos de haber adquirido conciencia, ¿o sí? Tal vez no atisbemos su forma de sentir, pero no podrán discutirme que adoptan cierto comportamiento.
¿Qué ocurrirá cuándo le preguntemos a un ordenador cuántico si el calentamiento global viene provocado por el comportamiento humano? Mucho me temo que, en lugar de asumir su respuesta, dedicaremos todo el tiempo a buscar una avería inexistente.
No deben preocuparse, si las máquinas toman alguna conciencia, no podrá ser diferente a la nuestra, y si deciden hacernos daño, será por nuestro propio bien, tal como nosotros hacemos con nuestros semejantes.
“La inteligencia artificial es el estudio de ideas que permite a las computadoras desarrollar actividades que hacen ver a los usuarios inteligentes”
Patrick Henry Winston, en Artificial Intelligence