Desde que fue nombrada Ministra de Igualdad en enero de 2020, Irene Montero se ha convertido en una de las figuras más controvertidas y decisivas del panorama político español, y ahora más que nunca. Se la ha acusado de todo y más, pero ese es el escarnio al que se exponen hoy en día todos los políticos, por mucho que solo les pese cuando les roza de cerca y necesiten parar su ejercicio, su actividad, su responsabilidad para reflexionar durante varios días.
Montero, además, ha sido una figura principal en el avance del movimiento feminista, probablemente uno de los fenómenos más revolucionarios de la civilización occidental en los últimos 2.500 años y del que aún no tenemos certeza de lo que va a suponer, ni por atisbo.
El ascenso de Montero al Ministerio de Igualdad no fue un mero movimiento estratégico; simbolizó una verdadera transformación. Uno de los hitos de su gestión fue la promulgación de la Ley «solo sí es sí». Esta ley, diseñada para redefinir el consentimiento y fortalecer la protección de las víctimas de violencia sexual, ha sido aclamada por sus objetivos progresistas. También fundamental en la gestión de Montero fue la Ley para la Igualdad Real y Efectiva de las Personas Trans. Al permitir la autodeterminación de género sin necesidad de diagnósticos médicos, esta ley representó un avance significativo en la protección de los derechos humanos, situando a España a la vanguardia mundial en cuanto a leyes pro igualdad.
La implementación de estas leyes que ella propuso en el Congreso y que fueron aprobadas por mayoría de votos fue lo que le terminó costando la cartera de Ministra de Igualdad. Sin embargo, a pesar de la controversia, las críticas e incluso amenazas en la puerta de su propia casa, Montero se ha mantenido con una firmeza admirable. Su dedicación a la causa de la igualdad es inquebrantable, incluso cuando su salida del Ministerio y su exclusión de las listas electorales de Sumar para las elecciones de julio de 2023 podrían haber sido vistas como el final de su carrera política.
En lugar de retirarse, Montero redobló su compromiso, postulándose para el Parlamento Europeo. A mi entender, (y por mucho que para los de izquierdas no hay un político que les represente, ni lo habrá, dado que tienen la piel extra fina) Irene Montero es una gran política; lo prueba su perseverancia en un sistema que a menudo parece resistente a ciertos cambios que obviamente no interesan.
Su trabajo en el Ministerio de Igualdad, a través de leyes y reformas significativas, ha sido crucial para consolidar el avance del movimiento feminista en España. Hace pocos días, en una entrevista, Montero comentó que Sánchez dio a entender que “las feministas se habían pasado de la raya y debían moderarse”, a lo que ella respondió (y estoy plenamente de acuerdo) que en realidad esto es solo el comienzo y que no se debe rendir tan pronto de que las feministas reivindiquen derechos, ya que la lucha por la igualdad aún está lejos de lograr una sociedad verdaderamente igualitaria.
Porqué siempre habla con esa cara de odio?
No tiene otra.
Estaba leyendo el articulo hasta que vi:
«El movimiento feminista, probablemente uno de los fenómenos más revolucionarios de la civilización occidental en los últimos 2.500 años y del que aún no tenemos certeza de lo que va a suponer, ni por atisbo.»
Jajajajajajaja, pero en que mundo viven algunos y en que colegio han estudiado?