La intervención de los teléfonos de dos periodistas de la delegación en Balears de Europa Press y de Diario de Mallorca no hará que la población salga a la calle, pero es un golpe bajo en las costillas flotantes de la Democracia. No se trata una pataleta de gremio, que podría serlo, si no denunciar un atropello mayúsculo a un derecho constitucional como es el de la protección de las fuentes de información.
Uno de los principales axiomas del periodismo reside en que todas las informaciones son interesadas: siempre existe alguien que quiere que un determinado tema salga a la luz y otro al que le molesta. Nuestro trabajo consiste en ponderar los posibles agravios que vaya a producir y determinar cuándo prevalece el interés general. No somos expertos de nada y, pese a que en muchas ocasiones se olvide, nuestra misión no es sentar cátedra en ningún ámbito específico. Nuestro cometido es el de hacer llegar a la población una información que desconoce y que le resulta interesante.
«El periodismo es publicar lo que alguien no quiere que publiques. Todo lo demás son relaciones públicas». Pese a que la frase atribuida a George Orwell puede resultar exagerada en muchos casos no deja de ser una máxima totalmente veraz. El poder es, precisamente, el que se siente más cómodo con las relaciones públicas y al que incomoda el buen periodismo. Y son los más poderosos quienes tienen mayores formas de silenciar la verdad.
Aquí reside el principal problema que provocan redadas policiales como las que llevaron a cabo ayer contra Europa Press y Diario de Mallorca. Sin seguridad y protección de las fuentes de información no existirán los héroes anónimos que destapan la verdadera corrupción. No existirían nombres como Gürtel o Watergate. Sin ellos, y sin nuestra capacidad para protegerlos, tendremos una sociedad de peor calidad. Por esto hay que dejar bien claro que estamos dispuestos a todo para salvaguardar a nuestros informadores. La Democracia también está dentro de estos dos teléfonos móviles.
FOC I FUM – VICENT TORRES