En esta Ibiza donde la vivienda escasea, las cloacas revientan por obsoletas una semana sí y otra también y los enfermos soportan interminables listas de espera para que los reciba el especialista, por poner algunos ejemplos, nos permitimos derrochar seis millones de euros –mil millones de las antiguas pesetas–, en una plataforma de supuesta inteligencia turística, con más fugas que una bajante instalada por Pepe Gotera y Otilio un domingo con resaca.
‘Ibiza, Turismo Inteligente y Sostenible’ es un proyecto que se ha financiado al 60% con fondos europeos FEDER, aportando el 40% restante el Consell Insular (más de dos millones de euros). Lo impulsó la institución pitiusa hace dos legislaturas, en el año 2015, y ahora que ya deberíamos de estar recogiendo los frutos proporcionados por dicho ingenio, nos encontramos con que falla más que una escopeta de feria. En cualquier caso, aunque funcionara en los términos previstos, parece que los beneficios que podría aportar no compensan ni por asomo la inversión.
Dicha plataforma fue diseñada para que se pudieran controlar los aforos de las playas, los horarios de los autobuses, las plazas libres y ocupadas en los aparcamientos públicos, los niveles de contaminación, etcétera. La productividad del aparato, sin embargo, está siendo radicalmente opuesta a las expectativas generadas.
El proyecto estrella del mecanismo era la capacidad para controlar la afluencia de público a las principales playas de la isla. El software, según parece, utiliza las imágenes proporcionadas por distintas cámaras instaladas en las orillas para cuantificar cabezas, pero se descuenta a las primeras de cambio. Si la gente está muy junta, a un grupo de diez personas lo reduce a dos, y aquellas que están debajo de una sombrilla no son registradas. Así lo relataba hace unos días Diario de Ibiza. Debe ser que a los padres de la criatura –una UTE formada por las empresas Vodafone España y Kapsch TrafficCom–, no cayeron en que los bañistas suelen protegerse del sol con tal complemento para prevenir el cáncer de piel… Así les ha salido el invento.
El sistema de inteligencia turística da muchos otros problemas. Por ejemplo, si se alcanza el medio centenar de personas en una orilla, la máquina ya no es capaz de cuantificar más bañistas, e incluso considera que la playa ha superado su capacidad máxima, aunque toda la gente esté muy separada una de otra. Si tenemos en cuenta que hay equipos informáticos que calculan la potencia generada por el estallido de una supernova, el poder de atracción de los agujeros negros o los ajustes necesarios para colocar un satélite en órbita espacial, lo de contar cabezas parece una broma y, además, ha costado un dineral.
Las empresas instaladoras, beneficiarias de los seis millones, dicen ahora que aplicarán unos ajustes correctores en la programación para que las mediciones sean reales. Me perdonarán el escepticismo, pero dudo mucho que la herramienta llegue alguna vez a funcionar decentemente. Yo, por si acaso, sugiero al Consell que antes de pagar lo que le queda, mande a alguien a comprobar a dedo las mediciones, asegurándose que el aparato acierta.
En cualquier caso, seamos positivos y supongamos que la UTE consigue aplicar con éxito los ajustes prometidos. ¿Qué ocurrirá cuando la máquina diga que una playa está llena? ¿Se impedirá que siga accediendo más gente o seguiremos haciendo honor al dicho que reza que “siempre cabe uno más”? Toda la infraestructura se basa en cámaras que mandan información a una centralita, donde todos los datos son procesados. ¿Se hará un mantenimiento periódico y eficaz de unos equipos sometidos constantemente a viento, arena y salitre o en tres o cuatro años ya se habrán estropeado y no se repondrán? ¿Sirve de algo que en julio y agosto alguien nos diga que la playa de ses Salines está llena? ¿Acaso no lo intuíamos de todas formas?
La plataforma, por cierto, debería haberse entregado hace ya un año y aún andan pidiendo prórrogas porque no atinan con la programación. Los ítems sobre calidad del aire y el agua tampoco se encuentran operativos, de la misma manera que ocurre con la información de las áreas de aparcamiento.
Siempre he creído que aquellos proyectos que requieren que se emplee el adjetivo “inteligente” en el título, suelen acabar demostrando justamente lo contrario. ‘Ibiza, Turismo Inteligente y Sostenible’ de momento sólo se ha revelado como una carísima chapuza, pagada con los impuestos de todos. Veremos qué nos depara el tiempo, pero sí hay una cosa clara: en Ibiza, el turismo ni es inteligente ni es sostenible, y unas cámaras y unos ordenadores difícilmente lo podrán arreglar.
@xescuprats
Esto apesta a incompetencia extrema, a corrupción y a malversación de fondos públicos. Se pedirán responsabilidades por este malgasto de dinero público? Aunque por mucho que se pidan, nadie las asumirá, por supuesto.
carai carai… pués si…