Eivissa es una isla matrioska, una isla que, como las muñecas rusas, contiene muchas islas dentro de ella. Tenemos a la Eivissa pija, a la hippy, a la hippy-pija, la de yate y Vuitton, la del beach club del quiero-y-no-puedo, la de celebrity con corte de paparazzi, la del famoso que viene de incógnito, la del turismo intelectual… Pero también la de vomitona callejera, la de violación y pastilla del día después, la de llamada al 061 y fin de fiesta con lavado de estómago gratis.
Esta es la Eivissa bastarda, la hija a la que nadie quiere reconocer, a pesar de que si le pinchamos en la vena lleva nuestro ADN. La Eivissa bastarda no deja de ser Eivissa, aunque nos duela verla y, como los hijos ilegítimos, nos avergüence cuando se expone. Pero, ¿quién es el culpable del nacimiento de un bastardo? Su padre y su madre, nadie más entra en el juego. Y quizá ese sea el motivo del sonrojo, que esa obra apócrifa y vergonzosa no deje de ser el reflejo de quienes la crearon, de quienes la dejaron crecer hasta convertirse en lo que es: la trastienda que no quisiéramos mostrar a nadie pero que se reivindica a cielo abierto.
El reportaje emitido por el programa Callejeros de Cuatro se cebó con este lado de la isla. No podemos negar que ver a un tipo esnifando frente a la cámara tiene mucho más gancho en horario de máxima audiencia que mostrar imágenes de alguno de nuestros Parques Naturales. ¡Dónde va a parar! Porque tenemos una televisión en España que pixela los cigarrillos, algo que cualquiera puede ver por la calle tan sólo asomándose al balcón, pero deja sin pixelar las sustancias blancas que se esnifan. Yo no lo entiendo. Si alguien de ustedes sí, les agradecería que me explicaran la doble moral del píxel.
Duele admitir que esa Eivissa existe, que no contrataron extras y crearon drogas de atrezzo para grabar el reportaje. Pero a la punzada por reconocer a nuestro bastardo hay que ponerle un bálsamo. ¿Por qué esta gente viene a Eivissa a perder la cabeza? ¿Por qué al poner un pie en la isla se vacían los bolsillos de euros para llenar los de los camellos? En la prensa internacional, sobre todo en los medios británicos más sensacionalistas (que de amarillismo los hijos de la Gran Bretaña saben más que nadie) aparecen casi a diario entrevistas y reportajes de gente que se escuda en su drogadicción con la frase «fui un verano a Eivissa y…». Quizá deberían reflexionar sobre la hipocresía de su sociedad, que les impide drogarse en tierra patria pero les empuja a sacarse un billete a Eivissa para quemar todas las neuronas posibles en cuatro días sin dormir. Que se lo hagan mirar, valdría la pena.
Y otra tirita para nuestra pobre identidad, maltrecha y ajada: sólo los linajes nobles tienen bastardos. Los reyes,los Grandes en mayúsculas. Los hijos inoportunos de las familias sin pedigrí no tienen ni nombre en el diccionario. Mira, algo tendremos cuando nos salen bastardos. Aunque, ay, duelen más que alegran.