Acabada la II Guerra Mundial, el 8 de mayo de 1945, comenzaría la reconstrucción de la vida en las ciudades y pueblos destruidos por aquella catástrofe humanitaria. España tuvo mayores problemas que los demás países al tener que recontruirse tras nuestra guerra civil y el bloqueo internacional al régimen fascista de Franco, lo cual fue aminorando, poco a poco, a partir de 1951 gracias al desbloqueo paulatino de la ONU. En Ibiza, salir de aquella situación de precariedad, se intentó paliar gracias a las exportaciones de sal, con productos del campo y de nuestros bosques, con pescado y ganado porcino, básicamente, así como de las manufacturas de la fábrica de calcetines ‘Can Ventosa’, situada en la avenida Ignasi Wallis, donde actualmente está el centro cultural municipal desde 1995; de la fábrica de ropa interior de mujer, ‘Can LLambies’, situada en la calle Aragón, frente a la iglesia de Santa Cruz, con salas de planchado y empaquetado para exportar, con notable incorporación de mano de obra barata de mujeres de toda la isla que llevaban a cabo en sus casas los bordados y pespuntes en los camisones, cobrando pequeñas cantidades por unidad, lo que se llamaba fer comissió, y gracias a la exportación de alcohol de algarroba para hacer bebidas que se llevaba a cabo en otra fábrica, ‘Industrias Agrícolas de Mallorca’, sintuada al inicio de la avenida de España.
Todas estas fábricas fueron cerrando durante la década de 1960 por falta de negocio. En 1956, un nuevo producto agrícola se puso en marcha en el campo de Ibiza, esta vez de forma industrial, y que dio muchos réditos a los payeses: la siembra de patata inglesa para exportar. Esta industria agrícola duró hasta el inicio de la década de 1960, con gran actividad en el puerto de Ibiza, exactamente en el muelle de la Consigna o Martillo, que se había alargado en aquellos años, actividad que se hacía básicamente de noche y que hizo que se construyera un cobertizo para llevar a cabo el rellenado de enormes canastas con esta patata y su cerramiento con telas de saco. A la llegada continua de camiones y su pesado con una gran báscula de suelo, había un buen número de hombres y mujeres en la descarga y carga de esta patata, que produjo 120 toneladas en 1956 y 5.175 toneladas en 1963, según los datos que nos proporciona Joan-Carles Cirer Costa en su libro ‘De la fonda a l’hotel’. Pero lo que no se perdió de vista fue el negocio que se había puesto en marcha durante la década de 1930 y que se fue a pique con las guerras: el turismo.
El nombre de Ibiza ya había comenzado a correr entre forasteros y extranjeros gracias a la buena propaganda que nos habían hechos aquellos visitantes que estuvieron con nosotros durante la década de 1930. La isla tendría, durante la década de 1950, otros medios de publidad gracias a la incorporación del vapor correo ‘Ciudad de Ibiza’ a la Compañía Trasmediterránea. El 9 de enero de 1950, el puerto de Ibiza recibió, por primera vez, el buque con nuestro nombre con la asistencia de nuestras primeras autoridades a los sones de la Banda Municipal de Música de Eivissa. Otro medio de propaganda exterior fue la exhibición exterior de nuestro folklore: la participación de un grupo folklórico ibicenco de Educación y Descanso en el festival del País de Gales, en 1952, cuya actuación fue merecedora del Segundo Premio, fue otra manera de promocionar nuestra exótica isla.
También el interés de nuestra isla se extendió al mundo del cine, pues en octubre de 1954 se inició la filmación de una película alemana, lo que supondría una buena propaganda para Ibiza gracia a la difusión de sus paisajes vírgenes. Finalmente, cabe destacar la participación de una película de dibujos animados sobre Ibiza, ‘The Little Island’, dirigida por Richard Williams, en el festival de Venecia de 1959, ganando el primer premio internacional de Venecia y el de la Academia Britanica. Pero igual que en la década de 1930 nos visitaron importantes personajes, en la década de 1950 regresaron algunos y otros nos visitaron por primera vez gracias a la publicidad que escuchaban de nuestra isla.
En esta década nos visitaron el naviero griego Aristóteles Onassis en su barco ‘Creole’; el príncipe Rainiero III de Mónaco en su barco ‘Deo Juventi II’; los duques de Windsor; los famosos actores de cine Errol Flynn, en su yate ‘Zaca’ y Romy Schneider; el pintor y diseñador gráfico, Will Faber, que había regresado en la década de 1940 y no se marchó de la isla hasta la década de 1980; el arquitecto, urbanista y pintor Erwin Broner, en 1952, y que estuvo en Ibiza hasta 1956, regresando en 1959 para residir hasta su muerte en nuestra isla; el pintor Heinz Trökes, en 1952, y que vivió en la isla hasta 1956 y luego pasó largas temporadas hasta finales de la década de 1980; el pintor Hans Laabs, en 1953, y que vivió en Ibiza hasta la década de 1980; la pintora y escultora Katja Meirowsky, en 1953, residiendo en Ibiza muchos años; el pintor Erwin Bechtold, en 1954 de visita, regresando en 1958 y permaneciendo entre nosotros hasta nuestros días; el escritor Norman Lewis, en 1954; el pintor Egon Neubauer, en 1954, compartiendo residencia entre Sant Antoni y Hannover desde 1969 a 1985; el pintor Bertil Sjöberg, en 1955, residiendo aquí hasta 1970; el cineasta y arquitecto Rolph Blakstad, en 1956, quedando a residir en nuestra isla; la escritora Janet Frame, en 1956; el escritor dadaísta Tristan Tzara, en 1959; el ceramista Antonio Ruíz vino también durante esta década y permaneció entre nosotros hasta 1963, y el pintor Bob Munford, que estuvo viviendo entre Ibiza y Formentera hasta 1969; el verano de 1959, vio también la llegada a Ibiza, con sus respectivos yates, el director del Banco de Inglaterra, Gordon Selby, acompañado de Sir Bernard Docker y su mujer, uno de los directores de la BBC y del periodista Ed. Arnow, de la RTV de Estados Unidos. También fue durante aquella década que llegaron a Ibiza grupos de jóvenes americanos, conocidos como los beatniks.
El año 1955 fue primordial para la industria turística, pues de la reticencia del Gobierno a la entrada de turistas extranjeros se pasó a promocionar el turismo, habilitando para ello créditos oficiales hoteleros. Gracias a ellos, emprendedores ibicencos comenzaron a abrir nuevos negocios. Así, después de reabrir los negocios cerrados al principio de nuestra guerra civil y durante la II Guerra Mundial, a excepción del hotel ‘Isla Blanca’ y ‘Balear’ en la ciudad, que desaparecieron como tales, o el hotel ‘Cosme’ en Santa Eulària des Riu, que cerró definitivamente, se abrieron nuevos establecimientos hoteleros, como el hotel ‘Náutico Ebeso’, el ‘Hotel Noray’ y la pensión ‘Avenida’ en la ciudad; en Sant Antoni de Portmany se abrieron los hoteles ‘Bahía’, ‘March’ y ‘Tanit’ y las pensiones ‘Maricel’ y ‘Playa’; en Santa Eulària des Riu abrieron el hotel ‘Sa Cala’ y las pensiones ‘Sa Rota’ y ‘Central’. En resumen, durante la década de 1950 pasamos de 184 plazas hoteleras a 895 en el municipio de Eivissa; de 206 a 2.007 plazas en el municipio de Sant Antoni, y de 91 plazas a 455 en el municipio de Santa Eulària (fuente ‘De la fonda a l’hotel’).
El hecho que residieran entre nosotros artistas e intelectuales extranjeros no quería decir que tuvieran mucha relación con los artistas e intelectuales ibicencos, ya que cada uno se movía dentro de sus coordenadas culturales y sociales, si bien, poco a poco, comenzaron a haber contactos que fructificarían en las décadas posteriores. No debemos olvidar que Ibiza era una sociedad conservadora y poco relacionada con el exterior y estaba sujeta a la política del momento que condicionaba nuestras vidas, ya fuera la social como la religiosa.
En aquella época, la moral católica y los sacerdotes tenían un gran predicamento en España y en Ibiza. Como ejemplos, unas de las manifestaciones que resumen esta simbiosis político-religiosa en nuestra isla fueron, por un lado, la misa de campaña que los sindicatos verticales ofrecieron en homenaje al papa Pio XII, el día 11 de marzo de 1951, en el paseo de Vara de Rey con asistencia de gente de toda la isla. Por otro lado, la llegada a Ibiza del joven Jaime Morey Rabassa, que ingresó en nuestro seminario para hacerse sacerdote y que, gracias a su carismática manera de hacer las cosas, fue un revulsivo para niños y jóvenes, tanto en las actividades que llevó a cabo en sus enseñanzas de catecismo en la iglesia del Hospitalet de la ciudad mientras era seminarista, a partir de 1953, como las actividades que desarrolló desde su ordenación sacerdotal, en julio de 1955, creando el ‘Club de los Muchachos’ para canalizar las actividades deportivas que promovía, especialmente el fútbol, creando equipos y ligas, además de promover cine al aire libre, excursiones y actos grandilocuentes, como la I Vuelta a Ibiza a Pie, en julio de 1959, y la subida a la cima del islote de Es Vedrà, en septiembre de 1959, para colocar una cruz en su cima y una imagen de la Virgen del Carmen en la cueva del fraile carmelita, Padre Palau.
La popularidad de aquel sacerdote se puso de manifiesto en forma de protestas multitudinàrias cuando, semanas después de aquella última azaña, saldría de forma precipitada de la isla en avión desde el recién estrenado aeropuerto de ‘Es Codolar’, entre rumorología de expulsión por motivos nunca confirmados. Finalmente, la apoteosis político-religiosa más grande que vivió Ibiza en aquella época fue la coronación canónica de Nuestra Señora de las Nieves, patrona de Ibiza y Formentera, el día 9 de octubre de 1955, con la asistencia del Jefe del Estado, Francisco Franco, el Nuncio y otros obispos.
El auge de la industria turística en Ibiza se comenzó a notar con obras y mejoras públicas, además de reconocimientos varios. Así, el 4 agosto de 1952, el Jefe del Estado, Francisco Franco, firmó el decreto de declaración de Paraje Pintoresco al Puig de Missa de Santa Eulària; el 23 de agosto de 1952, se inauguró el dique de abrigo de la bahía de Sant Antoni. En 1954, se mejoraba la iluminación de los muelles del puerto de Ibiza, así como se alargaba el muelle conocido como ‘de la Consigna’ o ‘Martillo’. En 1957, Gesa se hizo cargo del servicio de energía eléctrica en la isla de Ibiza, sustituyendo a la fábrica local de los Matutes. El 10 de agosto de 1959, se aprobó un nuevo Plan Municipal de Ordenación Urbana de la ciudad de Eivissa, donde se contempló la creación de un paseo marítimo en la zona norte del puerto de Ibiza.
Pero la mejora de la economía también comenzó a llegar a la población, que pudo disfrutar de nuevos productos de consumo, de las heladeras domésticas y radios más pequeñas y de nuevos medios de transporte individual. Gracias a ello, los ibicencos comenzaron a disfrutar de los coches ‘Biscuter’, hechos con hojalata, a partir de 1954, y las motos ‘Guzzi’, ‘Vespa’ o ‘Rieju’, o el coche ‘Seat 600’, desde 1957, que irían substituyendo, poco a poco, a las sufridas bicicletas.
Las primeras pruebas en la recepción de la señal de la televisión pública, TVE, en 1959 (en la tienda de electricidad de ‘Can Rafel Marí’ de la ciudad, en la calle Aníbal esquina a la calle José Antonio, se instaló, el 23 de septiembre de 1959, el primer televisor de la isla, un Philips en el que se podian ver algunos programas desde el escaparate de la calle); y las primeras emisiones de la primera radio ibicenca, ‘Radio Ibiza’, actual COPE, el primero de septiembre de 1959, nos daban la señal de partida hacia el progreso, que ya no pararía. Algo cambiaba en el mundo, e Ibiza, dentro de sus propios límites, no sería ajena a ese cambio. El regreso al futuro, que se había visto interrumpido por las guerras, nos llevaría al presente.
Por Juan Antonio Torres.