El cinéfilo avezado e indiferente a la actualidad pitiusa podría pensar que el título de este artículo alude a ‘La Residencia’, aquel film sórdido y espeluznante que dirigió en 1969 Chicho Ibáñez Serrador, sobre un internado de señoritas regentado por Lilli Palmer donde se producían extrañas desapariciones. Muy al contrario, todo aquel que haya seguido las noticias locales estas últimas semanas conoce perfectamente la terrorífica historia de no ficción, que, según han suscrito más de 130 familiares en una denuncia, se ha vivido en Sa Residència Colisée, donde viven más de un centenar de ancianos.
Según acusan los firmantes, ha habido internos con graves episodios de deshidratación que han acabado hospitalizados por esta causa. A otros les han dejado de suministrar medicamentos esenciales para su bienestar, ya que padecen enfermedades del corazón o alzhéimer. Los hay que se han encontrado a sus padres cubiertos de heces porque nadie les ha cambiado los pañales en horas y aseguran que por la noche se desconectan los timbres para que no molesten. También que se abusa de atarlos y que, pese su insistencia cada vez que los visitan, no han sido tratados de infecciones perfectamente visibles que han acabado produciendo internamientos en Can Misses por episodios de septicemia.
El descontrol es de tal magnitud que, a otros huéspedes, según la denuncia, se les ha sobremedicado, produciéndoles hemorragias gastrointestinales de gravedad. Apostillan los hijos de los afectados que la calidad de la comida es pésima y la ratio de empleados por paciente muy baja; notablemente inferior, por ejemplo, a la residencia pública de Cas Serres. Parte de la plantilla, asimismo, no cuenta con la cualificación necesaria para ofrecer las atenciones que requieren los ancianos.
Ante las constantes quejas y la denuncia presentada por los familiares, el Consell Insular ha realizado una inspección extraordinaria en la que se han detectado irregularidades lo suficientemente graves como para forzar a la dirección del centro a impulsar un plan de acción supervisado. Sin embargo, ni uno solo de los denunciantes considera que dicha iniciativa vaya a resolver esta grave situación, más allá de colocar algunos parches.
La coyuntura es tan dramática que hasta la prensa nacional se ha hecho eco reiteradamente de la residencia de lujo en Ibiza que trata a sus huéspedes con semejante desdén y crueldad. Lo primero que llama la atención en este caso, además de las carencias y el trato inhumano, es la evolución del centro. Sa Residència tiene 114 plazas, de las cuales más de ochenta son concertadas. Por ellas la administración autonómica abona dos millones de euros anuales. El geriátrico fue promovido por el propietario de la Policlínica Nuestra Señora del Rosario, Francisco Vilás. Sin embargo, pasados los años acabó vendiéndolo a un fondo de inversión sueco, que a su vez posee la empresa francesa que lo regenta.
Llegados a este punto, cabe recordar que el dueño de la Policlínica anda enfrascado en una batalla administrativa y jurídica con el farmacéutico Juan Tur Viñas, que pretende construir el segundo hospital privado de la isla en la localidad de Jesús. Convendría explicarle al señor Vilás que, dado que tiene cierta tendencia a deshacerse de sus empresas en cuanto un grupo foráneo le pone un cheque sobre la mesa (también se deshizo de su compañía de autobuses), tal vez a los ibicencos con seguro privado nos convenga disponer de un centro sanitario alternativo, no vaya a ser que el suyo acabe en manos de otro fondo de inversión sin miramientos.
Si existe una cuestión en nuestro país que ha quedado meridianamente clara en estos últimos años es el pésimo funcionamiento de las residencias de ancianos de gestión privada. Poner al frente de ellas al capital puro y duro, que busca la rentabilidad por encima de todas las cosas, es tan peligroso como colocar borrachos al volante de los autobuses que cubren las rutas escolares.
Estas empresas carentes de alma no solo multiplican sus beneficios a base de desatender a los ancianos, sino que esta situación provoca el agravamiento de sus enfermedades, hasta el extremo de generar una cascada de hospitalizaciones en la sanidad pública, que podría evitarse con unos cuidados básicos, organizados y eficientes. El despropósito, en definitiva, no solo lo pagan con su salud y hasta con su vida los ancianos, sino también las arcas públicas.
Aunque vivimos en una situación de libre mercado que puede aplicarse a la inmensa mayoría de los sectores de la economía, no todo puede regirse por este principio ultraliberal. Ha quedado demostrado mil y una veces que la sanidad y las residencias de ancianos que pagan el Estado y las comunidades autónomas solo funcionan adecuadamente si se gestionan de forma pública. En distintas regiones los sanitarios están en pie de guerra denunciando falta de personal y de medios y las carencias de las residencias privadas han sido motivo de escándalo y noticia en puntos de todo el país.
Resulta incompresible que los políticos no tomen las decisiones oportunas, haciendo lo que la inmensa mayoría de ciudadanos tiene claro: hay que desprivatizar todo lo que se ha privatizado en sanidad en estas últimas décadas y volver a tener hospitales y residencias, sin buitres que vampiricen la salud de los ciudadanos en pro de su beneficio empresarial.
La calidad de una sociedad se mide precisamente por cómo cuida de sus ancianos y enfermos, y en Ibiza, como en buena parte del país, hace ya años que rodamos cuesta abajo y sin frenos.
Totalmente de acuerdo Xescu.
El problema como siempre es la avaricia, Sa Residencia funcionaba muy bien mientras la mayoria de plazas eran privadas, se pagaba un dineral, pero no habia quejas.
Un fondo buitre presentando un buen cheque se hace con ella, se ofrecen bastantes mas plazas concertadas de las que habia, y se empieza a ahorrar: Menos trabajadores y peor cualificados, bajisima calidad de los alimentos, es decir descuido total.
Mientras no entendamos que los fondos que gestionan cada vez mas residencias, solo miran su cuenta de resultados y no por el bienestar de los residentes no se tomarán las medidas necesarias.
RESIDENCIAS PÚBLICAS DE GESTION PUBLICA, no hay más.
Pues hay que recordar que si esta residencia tiene la mayoría de las plazas concertadas es porque en su día el GOVERN BALEAR en lugar de edificar un nuevo centro PÚBLICO en Eivissa prefirió concertar dichas plazas con este centro privado.
Y en segundo lugar, efectivamente con la familia Vilás al mando no iba mucho mejor que ahora…eran otros los problemas.
Y para acabar, estoy deseando que se construya el nuevo hospital privado de Eivissa y que por fin podamos tener una alternativa fiable y de confianza y se acabe el monopolio de esta gente.
Que no dispongamos de residencias públicas bien dotadas y gestionadas es indignante.Los fondos de inversión, esos que también están comprando viviendas, hoteles, concesiones y empresas de la isla ya sabemos cómo funcionan…buscan exclusivamente la rentabilidad a costa de lo que sea, y por ello se les debería de vetar el acceso a la compra de instalaciones destinadas a dar este tipo de servicios. Son incompatibles. Por otro lado, recordar que los médicos que no tiene la salud pública tampoco los tiene la privada, a no ser que se los invente. Y eso es algo que los usuarios ya están advirtiendo. Por cierto, que esta última gana muchísimo dinero gracias a los contratos con la pública, esa que pagamos con nuestros impuestos.