Este verano no dejan de producirse asuntos de extrema gravedad en Ibiza y me asombra cómo los medios de comunicación locales se enzarzan en una guerra encarnizada por la publicidad institucional que al lector no le interesa lo más mínimo, mientras pasan de puntillas sobre cuestiones trascendentales, renunciando a investigar y cumplir con su labor periodística. Luego viene la prensa foránea a sacarnos los colores.
Una de estas noticias de gran calado en las que nadie se ha preocupado de escarbar ocurrió el pasado 13 de agosto en la discoteca Ushuaïa, cuando unas 6.000 personas fueron desalojadas de la fiesta Ants alrededor de las nueve de la noche. El establecimiento únicamente dio explicaciones a través de sus redes sociales y justificó la expulsión de los asistentes, que habían pagado religiosamente una entrada, por precaución, a causa de “las adversas condiciones meteorológicas” y para garantizar “los mejores intereses y la seguridad de nuestros clientes”.
El hotel-discoteca, sin embargo, mintió gravemente por omisión, al callar un hecho trascendental: la vida de muchos de sus clientes estuvo en grave peligro, al desplomarse parte de una pesada estructura metálica que adornaba el establecimiento, con forma de montaña rusa. Este aparatoso montaje se precipitó a la piscina y, milagrosamente, no provocó heridos, a pesar de que el local estaba saturado y cientos de personas se hacinaban junto a ella.
Sinceramente, que nadie saliera herido es un alivio para todos los ibicencos. El dolor habría sido inmenso para los afectados y sus familias, y la imagen de Ibiza se habría visto seriamente perjudicada. En todas estas décadas de turismo y ocio, en Ibiza nunca se ha producido un incidente grave como el que podría haber acontecido en el Ushuaïa. Sin duda habría marcado un antes y un después, afectando a toda la industria. Sin embargo, innumerables testigos presentes aquella noche son plenamente conscientes de que, con las fuertes rachas de viento, ya se mascaba la tragedia muchas horas antes del suceso y, aun así, el local decidió abrir sus puertas para poco después verse obligado a cerrarlas. Cabe recordar que antes de este suceso ya se produjo un derrumbamiento de parte del escenario del Medusa Festival en la playa de Cullera (Valencia), provocando un fallecido y más de cuarenta heridos.
Aunque la prensa pitiusa informó de la evacuación, asumió como cierta la versión de la discoteca y del propio Ayuntamiento de Sant Josep, donde únicamente se habló de “precaución” y se silenció el peligro real que corrieron los asistentes a la fiesta. Sin embargo, Il Messaggero, un medio de comunicación italiano de tirada nacional establecido en Roma, ha revelado una imagen que muestra cómo era esta estructura y de qué manera se precipitó a escasos centímetros de la multitud que bailaba apelotonada junto a la valla de la piscina. La noticia puede consultarse a través del siguiente enlace:
El periódico italiano titula el reportaje así: “Ibiza, miedo en Ushuaia: evacuadas seis mil personas por el viento (parte de la estructura se desploma)” y, además de publicar la ilustrativa imagen que encabeza este artículo, describe el miedo que pasaron algunos asistentes a la fiesta, cuando aún estaban en el interior de la discoteca de Platja d’en Bossa.
“Tres horas antes de que terminara la fiesta de Ants, típica de cada noche de sábado en la isla balear, le llegó al público un mensaje por megafonía: “Os rogamos abandonéis el local por la salida de emergencia más próxima”. Al principio todos pensaron que era una broma, pero cuando el personal de seguridad comenzó a desalojar el lugar, todo quedó más claro: debido a las fuertes rachas de viento, la velada se dio por terminada. También porque, según explican algunos italianos en las redes sociales, la estructura del espectáculo se movía peligrosamente y parte de ella se derrumbó sobre la piscina, afortunadamente sin causar daños ni heridos”, explica el medio romano.
“Si bien es cierto que nadie resultó herido, en las redes sociales se han publicado las imágenes de una estructura de hierro cayendo dentro de la piscina. Desde la empresa confirman que así fue, aunque “en ningún momento hubo peligro para los participantes en el evento”, ya que “está instalada en un espacio donde no hay público”, apostilla el periódico italiano. Sin embargo, la imagen revela cómo la gente se encontraba situada a muy corta distancia de la estructura precipitada y que parte de esta incluso se estrelló contra la barandilla que separa al público del agua.
Los italianos entrevistados por este medio de comunicación también exigen que se les devuelva el dinero, ya que apenas pudieron disfrutar de la fiesta, pese a abonar una importante entrada para acceder a ella. En este sentido, hay que manifestar que el comportamiento de la dirección de la discoteca deja mucho que desear.
He tenido noticias, por ejemplo, de un grupo de residentes que se encontraban en la zona VIP esa noche y que fueron testigos de lo ocurrido. Poco después del desplome de la estructura de hierro les pasaron el ticket para que abonaran los 4.500 euros que costaba el reservado. Ellos pagaron y a los cinco minutos de haberlo hecho fueron desalojados. Uno de los afectados comentó después que cuando les pasaron la cuenta los responsables de la discoteca ya sabían que iba a producirse la evacuación y se pusieron a cobrar a todo el mundo. Abonaron por una noche entera de fiesta, cuando solo permanecieron allí una hora. Ellos, al igual que los italianos citados por el artículo de Il Messaggero, se marcharon con la sensación de que les habían estafado y maltratado.
En cuanto a las repercusiones legales de lo sucedido, un prestigioso ingeniero explica lo siguiente, a través de la observación de la imagen: Se aprecia un excesivo aforo, donde el público no dispone del mínimo espacio para desplazarse, y las personas próximas a la piscina no disponen de vía de evacuación. La existencia de dicha piscina en la zona de público constituye un impedimento significativo a la hora de evacuar, aunque esté vallada en todo su perímetro. Además, la caída a su interior de una estructura, con probable instalación eléctrica, podría haber agravado la situación.
Añade que el sucesivo cambio de decorados acaba provocando la falta de seguridad en la instalación de los mismos. La caída de esta estructura metálica podría haber provocado daños irreparables. Además, las condiciones atmosféricas durante toda esa jornada obligaban a tomar precauciones especiales. La fotografía, asimismo, refleja el incumplimiento de la sentencia del Hotel Saratoga, ya que es una evidencia que el público asistente no son clientes del hotel y la evacuación realizada constituye una prueba de ello.
En este asunto no solo sorprende que los medios de comunicación hayan pasado de puntillas, sino que el propio Ayuntamiento de Sant Josep también declarara que el desalojo se produjo por precaución y no aludiera en ningún momento al derrumbe y la situación de peligro real que corrieron los asistentes a la fiesta. Me pregunto si la Policía Local redactó un atestado o algún informe al respecto de lo sucedido o si existe alguna investigación abierta. En todo caso, este desconocimiento de un suceso del que han sido testigos miles de personas es algo a lo que el Ayuntamiento ya nos tiene acostumbrados.
Estos días hemos sabido que el consistorio ha impuesto una multa de 135.000 euros a la empresa propietaria de una mansión en Cala Llentia, por celebrar una fiesta multitudinaria e ilegal el verano pasado, cuando todavía se aplicaban las restricciones por la pandemia. Aunque los promotores impidieron el acceso al interior a la policía local para comprobar si se cumplían las medidas sanitarias exigidas en ese momento, esta logró recoger evidencias suficientes para imponer tan elevada sanción.
En el Ushuaïa, sin embargo, no se enteraban de lo que allí ocurría. Hay que recordar que el pasado verano las discotecas tuvieron prohibido abrir sus puertas por la pandemia y, sin embargo, el Ushuaïa sí se puso en marcha. Al no operar con licencia de discoteca, pudo hacerlo y las autoridades se lo permitieron. Se inventó el famoso palmeral, donde se celebraban fiestas y baile cada noche con dj’s internacionales, publicitadas en las redes sociales con todo descaro. En la puerta se precintaban los teléfonos a los clientes para que no grabaran el desmadre y las mesas delanteras se subastaban a 20.000 euros. Desde Space denunciamos lo que sucedía y el Ayuntamiento de Sant Josep nos respondió que no le constaba que hubiera fiestas en el Ushuaïa. Ni se enteraban entonces ni se enteran ahora. O eso nos dicen.
Pepe Roselló
Si señor, ya es hora que alguien cuente la verdad sin pelos en la lengua.
Un placer leerte Pepe.
Qué lástima que un señor que era respetado haya acabado así de obsesionado mientras todo el mundo habla a sus espaldas con cierta condescendencia.
Que lástima que solo te fijes quien lo escribe.
El abuelo cebolleta y su obsesión … Qué triste ser tú ,Pepe … no has perdonado que te pillaran robándoles y te echaran de Space … supéralo .
Flipante