Las cajas de ahorro muestran una importante relación en facilitar el ahorro y el crédito a aquellos con más necesidades.
Anteriormente, los montes de piedad iniciaron su actividad en facilitar el acceso a los bienes primarios. Los montepíos generalmente facilitaban crédito sin interés o muy por debajo. A cambio, las personas necesitadas garantizaban su pago con joyas u otros objetos de valor. El objetivo principal era luchar contra la usura. De ese modo, Las cajas de ahorro fueron su evolución natural puesto que ofrecían una remuneración en los ahorros de sus clientes y eliminaban la exclusión financiera.
El ejemplo más cercano fue el de Colonya Caixa Pollença. El libro de Guillem Cifre de Colonya de Pere Salas Vives, explica la labor del fundador en su obra filantrópica, social y política en favor del progreso mediante la escuela y la primera caja de ahorros de Baleares. Además de ser la primer entidad financiera con una mujer directora (Clara Hammerl) en nuestro país.
De todo aquello, en España, solo quedan dos cajas de ahorros: Colonya Caixa Pollença y Caixa d’Ontinyent.
El tema de actualidad redunda sobre la desaparición y retirada de las sucursales bancarias en la España vaciada. Por un lado, el cierre se encuentra en la pérdida de tejido productivo y los beneficios en aquellas zonas. Por otro, la repoblación de zonas rurales o neoruralismo no garantiza el mantenimiento de oficinas. Las ciudades pasan a ser testigos, también, del cierre de sucursales.
Entonces, ¿por qué hablamos de las cajas de ahorros?
La cuestión se centra en la aparición de entidades sin ánimo de lucro que pueden facilitar el acceso al crédito y reducir considerablemente las comisiones a sus clientes. Es decir, el objetivo principal pasa por proporcionar seguridad en los medios de pago y abaratar los servicios a la sociedad. Las entidades bancarias apenas generan márgenes (hasta ahora) y necesitan generar ingresos a través de tarifas y comisiones.
El otro motivo a destacar proviene del reto que las personas mayores afrontan cuando las oficinas bancarias desaparecen, la atención se minimiza, los desplazamientos costosos a otras poblaciones para gestionar sus cuentas, etc.
Una solución apropiada versa en incrementar las capacidades tecnológicas de las personas y facilitarles el acceso a las herramientas. Un ejemplo sería con talleres de digitalización, asistencia personal y agentes de digitalización, especialmente en las zonas más remotas.
La creación de un caja de ahorros no queda exenta de los nubarrones del pasado y la crisis financiera que azotó a nuestro país. Por ello, la creación de una caja entraña un serie de exigencias a cumplir. Primero, la división y buena gobernanza de la entidad. Segundo, el ámbito de actuación limitado a la comunidad autónoma o diez provincias limítrofes. Por otro, si el activo consolidado es mayor a los diez mil millones o su cuota de mercado superior al 35% de los depósitos, debería transformarse en un banco. De ser así, las instituciones deberían aprobar la apertura de nuevas cajas a un ámbito más provincial para evitar las cifras anteriores.
Hechas las sumas y las restas, las cuestiones a plantear serían las siguientes: ¿y si aparecen cajas de ahorro digitales a semejanza de los neobancos o las nuevas fintech? ¿ cómo se establecen los requisitos si son digitales? ¿ ayudarán a reducir la brecha digital o aumentar la inclusión financiera?
Los montes de piedad y las posteriores cajas de ahorros han realizado una labor encomiable a favor de la sociedad. Una vez más, las cajas pueden vertebrar las zonas más remotas con los centros financieros.