@Vicent Torres / Recuerdo como si fuera ayer el primer día que pisé la Universitat de Barcelona. Comenzaba un proyecto fallido de cursar la Diplomatura de Estadística, pero nada más cruzar la puerta entendí que estaba ante algo de una magnitud tan importante que superaba todo lo que había visto hasta el momento. Por aquel entonces todavía se fumaba en el recinto, por lo que el tufo a tabaco ofrecía un aura todavía más profunda y sesuda al edificio. Llevar bajo el brazo una carpeta azul con las iniciales de la universidad, con apenas cuatro folios en blanco, un bolígrafo y una calculadora, me hacía sentir importante y partícipe de algo fabuloso.
Por aquellos pasillos habían pasado algunas de las mentes más brillantes de la historia reciente, hombres y mujeres que habían cambiado la sociedad mediante la palabra y el conocimiento. Gente que, sin embargo, estaba por allí únicamente de paso mientras la institución seguía instruyendo a las siguientes generaciones.
Aunque en ocasiones han sido grandes cementerios de elefantes, la confianza en las universidades públicas había sido hasta ahora inquebrantable. Hasta que la clase política ha vuelto a meter la mano donde no debía. El escándalo que ha destapado Eldiario.es va mucho más allá de una titulación que dice muy poco de la valía de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, o del resto de cargos del partido que este mismo miércoles se ha conocido que obtuvieron el Máster con actas irregulares. Una vez más, el PP se ha parapetado tras la mentira y la curiosa táctica de escurrir el bulto. Han sido varios los dirigentes populares que han dejado caer que debe ser la Universidad Rey Juan Carlos la que debe dar explicaciones. Nada que ver con ellos. La estrategia ha hecho que el asunto haya pasado de una mera cuestión académica a poner en juego la credibilidad de toda una institución.
La URJC debe explicar qué ha sucedido y cómo se ha podido perpetrar un tejemaneje tan burdo y chapucero, no cabe duda de ello. ¿Cómo es posible que tanta gente presuntamente inteligente ha llevado a cabo una idiotez de este tamaño? Si se sigue el rastro, los intereses económicos son evidentes. Pero el daño es que para siempre sobrevolará la sombra de la duda sobre las miles de personas que tienen en su haber una de sus titulaciones. Los dirigentes políticos han vuelto a arrollar un patrimonio ciudadano con el único fin de defender sus intereses. Su incompetencia se ha cargado toda una Universidad. La burla es tan grande que debería costarles algo más que unas elecciones, pero tengo serias dudas de que esto vaya a suceder.