El CEO de Ryanair, Michael O’Leary, denuncia que su compañía tiene “cifras récord de pasajeros conflictivos”. Afirma que los vuelos de Glasgow y Liverpool a Ibiza son los peores. Es difícil evitar maravillarse ante la brillante deducción de este genio de la aviación moderna. Esos vuelos son los peores debido al deplorable estado en el que esta aerolínea permite el embarque de los pasajeros briagos.
Con ponerse un poco rigurosos, como lo hacen con la política de equipajes de mano a bordo, problema solucionado.
Con ponerse un poco rigurosos, como lo hacen con la política de equipajes de mano a bordo, problema solucionado. Lo que sucede es que la mágica combinación de pasajeros desinhibidos –que O’Leary define como consumidores de alcohol en exceso que no se quedan dormidos porque también consumen “polvos y pastillas”– y el toque de elegancia inconfundible que solo Ryanair sabe aportar a la experiencia de volar, nos conduce de cabeza a la situación que vivimos y que él denuncia con el mismo cinismo con que culpa a los controladores aéreos de los retrasos cuando hay una DANA, pero jamás asume ninguna responsabilidad cuando las demoras son atribuibles a Ryanair.
O’Leary lamenta que “las peleas entre viajeros son una tendencia creciente” y que se han convertido “en el mayor desafío al que se enfrentan las tripulaciones en este momento”. No le falta razón, pero en lugar de plantear exigencias a los demás, como la disparatada limitación de dos bebidas alcohólicas por tarjeta de embarque durante la espera para acceder al avión (¿por qué dos y no una o ninguna, por qué no prohibir el consumo de alcohol a bordo?), sería mejor que explique lo que su compañía está dispuesta a hacer para acabar con el problema.
Ryanair ha conseguido transformar un simple vuelo en una experiencia de supervivencia. De hecho, no me extrañaría que pronto lancen su propio reality show: “Supervivientes del Aire: Edición Liverpool-Ibiza”. Ya me imagino a los concursantes luchando por el último asiento con respaldo funcional mientras esquivan a un pasajero en plena despedida de soltero.
Además, esta aerolínea low cost ofrece una magnífica oportunidad de descubrir el lado oscuro de Ibiza antes siquiera de aterrizar. Porque, seamos sinceros, si hay algo más emocionante que llegar a Ibiza, es hacerlo después de sobrevivir a un vuelo de Ryanair, aunque sea rodeado de individuos asalvajados, semidesnudos, borrachos y drogados desde antes de hacer la maleta.
¿Realmente son los vuelos de Glasgow y Liverpool a Ibiza los peores? Yo diría que lo peor es tener que volar con Ryanair, punto.
Siempre queda el.consuelo de que si cae uno quita de enmedio un monton de chusma de un zarpazo e impedira que se reproduzcan.
Hombre! A mi O’Leary siempre me ha caído simpático. Es un genio de la propaganda gratis. Que hablen de tí aunque sea mal.
Me gustaba más cuando anunció a bombo y platillo que iban a cobrar por mear en los aviones.
Menuda la que se armó a nivel mundial. Y sin gastarse ni un duro en publicidad.
Lo veo un poco alicaído. Dos bebidas sólo por pasajero. Yo permitiría sólo dos botellas magnum de vodka o ron para animar la fiesta. Y los aviones se petarán.