@Natalia Cárdenas / El coronavirus se ha metido de lleno en nuestras vidas y ha cambiado radicalmente el día a día. Emocionalmente, considero que esta situación afecta en especial a los más pequeños de la casa y a los abuelos, sin contar a todos los profesionales esenciales y pacientes de Covid-19, además de todas sus familias. Pero hoy quiero rendir homenaje a los niños y a nuestros mayores, porque se lo merecen.
Tengo un niño de 2 años que está llevando el confinamiento como un campeón, entiende que hay que quedarse en casa, pero no lleva tan bien lo de no ver a sus abuelos. Antes de que se decretara el Estado de Alarma, su semana transcurría entre la guardería y casa de mis padres. Hasta ahí todo bien, hacemos vídeo-llamadas con primos y amigos y ningún problema, pero cuando toca la llamada diaria con los abuelos… le entra el bajón y se niega a mirarlos en la pantalla, porque los echa de menos. Incluso algunas noches escucho como les llama en sueños ‘abelo, abela’ como dice él. Como anécdota, en una de estas vídeo-llamadas no quería mirarlos y se acurrucó entre mis brazos, la abuela empezó a cantarle su nana y en cuestión de segundos se durmió (eran las 12 de la mañana y se había despertado a las 8).
Los abuelos, otros campeones, la primera semana de confinamiento se resistían un poco a no ver a su nieto, tenían ganas de saltarse las normas, pero no lo hicieron (a mí también me dieron ganas y me aguanté y supongo que a muchos os pasó lo mismo). A la semana siguiente, empezaron a tomarse en serio las restricciones, al ver como la cosa se ponía seria y ya no insistían en ver al niño. Es lo mejor. No podría soportar que ellos enfermaran por no quedarnos en casa.
La parte que nos toca a los padres en esta especie de ‘encierro’ físico y emocional es mostrarle al menor una actitud positiva en casa, nada de transmitir miedos o inseguridades (aunque el futuro económico sea incierto esto a los peques no les concierne ahora), deben sentirse protegidos, queridos, pero también conectados con los que no pueden ver y hacerles entender que esto es temporal y que pronto volveremos a casa de los abuelos. No es tarea fácil, pero lo conseguiremos.
Así que ahora más que nunca, debemos extremar las precauciones para no poner en riesgo la salud de nuestros seres queridos, especialmente con nuestros mayores, tan imprescindibles para nosotros.
Mi aplauso de hoy es también para ellos, para todos los abuelos y todos los nietos.