@Miguel Vidal / El fútbol está en permanente evolución, tanto en su contenido como en su continente, y ésta última semana nos ha deparado dos lecciones tácticas que con el paso del tiempo harán historia. Los brillantes triunfos del Real Madrid en Munich (0-4) y del Atlético de Madrid en Londres (1-3) no sólo han deparado una final de Champions histórica entre dos equipos de la misma ciudad, sino que han terminado con dos concepciones distintas de ver el fútbol.
En primer lugar hablemos del caso Guardiola. Un tipo listo el de Sampedor. Se retiró del fútbol activo en 2006 siendo el futbolista más laureado de la historia del FC Barcelona, con el que jugaría de 1990 a 2001, para sacarse el título de entrenador. Meticuloso, estricto y estudioso como pocos la primera enseñanza se la daría Luís Aragonés ganando la Eurocopa de Naciones con los jugones (Xavi e Iniesta azulgranas, Silva, Cazorla y Cesc Fábregas de otros equipos) y sobre esta base Josep Guardiola construyó el mejor Barça de todos los tiempos.
Un Barça que con su “tiki-taka” y la posesión obsesiva del balón impuso su tiranía hasta convertirse en el único equipo en ganar todos los títulos que disputaba en una misma temporada. El mérito de Guardiola consistió en perfeccionar el sistema de Johan Cruyff y saber aprovechar al máximo los mimbres que se encontró en el Camp Nou cuando el 8 de mayo de 2008 dejó de ser el entrenador del filial para pasar a dirigir la primera plantilla. Se encontró con Víctor Valdés, Dani Alves, Abidal, Puyol, Piqué, Xavi, Busquets, Iniesta, Pedro…y Lionel Andrés Messi Cuccitini, con los que emprendería la más colosal aventura jamás vivida por los azulgrana. Mientras, los equipos contrarios buscaban la fórmula para desactivar la incontestable superioridad del Barcelona cerrando las bandas, acumulando hombres dentro de su propia área y saliendo rápidamente al contragolpe. El Barcelona, primero, y el Bayern, después, han caído finalmente víctimas de este antídoto.
Sí, el “tiki-taka” de Guardiola funcionó de manera implacable porque a la facilidad goleadora de Messi y Pedro, y la enorme técnica de Xavi e Iniesta, una pareja inmensa de centrales, Puyol-Piqué, y un portero de lo mejorcito del mundo, Víctor Valdés, frenaban al contrario. Pero en cuánto el Barcelona por edad o por lesiones ha perdido poderío defensivo, circunstancia aprovechada por sus mejores adversarios, ésta superioridad se ha disipado. Cómo se ha disipado la del Bayern Munich, ridiculizado su “tiki-taka” por un Real Madrid que al contragolpe supo aprovechar la endeblez de una pareja de centrales formada por Boateng y un lentísimo Dante para derrotarles en un abrir y cerrar de ojos. En el pecado tienen los bávaros su penitencia. Ahora no les queda más remedio que aplicarse la lección.
Otro que tendrá que aplicarse la lección es José Mourinho, aunque mucho me temo que su soberbia personal se lo impida. Que se lo impida su filosofía involucionista de que el fin justifica los medios. Empleó ante el Atlético en el Vicente Calderón la misma táctica que en los años cuarenta del pasado siglo utilizaba Benito Díaz en la Real Sociedad: todos colgados de su propia portería y un solo delantero por si cazaba algún balón suelto. Luego, al tener necesidad de abrirse, se acaban los argumentos. Por eso el Atlético de Madrid, con un fútbol físico y a la vez moderno, arrolló al Chelsea y dejó en evidencia a su entrenador.
Real Madrid y Atlético le han hecho un gran favor al fútbol. Le han devuelto emoción y equilibrio.